Fragmento

1

En El gatopardo, Burt Lancaster está sentado con la mirada clavada en un grupo de jovencitas en una fiesta. Juegan como tontas y bailan y ríen. Y es bastante voluptuoso todo. El viejo mira, desolado. No ocurre nada más, que yo recuerde ahora.

Es el retrato más fiel que he visto de la decrepitud. Y todo está narrado en un gran plano general. Sin necesidad de acercarse a nadie, de subrayar nada, de exagerar. Pensé -y sigo pensando- en la dificultad que lleva narrar tanto, empleando tan poco. Me reconcilié con la fuerza de las ideas. Y sobre todo, pensé en lo saludable que resultaría vivir al límite y reventar mañana mismo y esmerarme en que no se note demasiado.

Morir sin hacer aspavientos, como merece toda vida.