El programa de mano contiene el siguiente texto: “Las inteligencias mantienen el equilibrio del cosmos. Es un enorme esfuerzo, es de las inteligencias. El cosmos es vasto y lleno de inexactitudes. ¿Y qué aporta nuestra pobre Tierra a todo esto? Muy poco. Nuestra visión de lo lejano es magra, nuestro encéfalo carece de las coordenadas de infinito. Pero hay algo que las inteligencias no pueden obtener en ningún otro planeta: ficción. Somos la única especie capaz de imaginar lo que no ocurre. Y este lujo ha garantizado la paz del cosmos. Pero ahora se está acabando. No quieren más de aquello que ya conocen. La paz peligra. ¿Qué quieren las inteligencias? ¿Quién puede hablar por ellas? ¿Quién medirá los apetitos de su rating? Un grupo de elite, armado a los apurones, está destinado a cambiar el destino de la humanidad. Su misión: desentrañar los misterios de un presunto clásico alienígena, una suerte de Aleph sempiterno hecho de acrílico y de humo, una literatura sin frontera, origen y final de todas las cosas. Por desgracia, la tal ficción se empieza a parecer peligrosamente a una telenovela venezolana”.