«Cuando en el sur de Italia se escucha la palabra ¡Vendetta!, la gente de bien se persigna y corre a sus casas para refugiarse sin perder tiempo. Saben perfectamente que, una vez nombrada la palabra, su epílogo ineludible es sangre y tragedia. Por eso, esta palabra maldita nunca se debe pronunciar en broma y queda como un recurso extremo para salvar la honra cuando no hay solución.

En mi caso, empleo esta terrible palabra porque ya hace mucho tiempo que sobrepasó el punto de lo que humanamente se puede soportar. Estoy harto de tolerar lo intolerable, aceptar lo inaceptable y de estar continuamente rodeado de tontos. Estoy hablando de este asco de sociedad en la que vivimos.

Asco no sólo por su sistema político del cual, con algunas objeciones, me gustan su democracia y mercado libre. No por las injusticias sociales, que son enormes y siempre hubo, pero que pueden ser combatidas por una democracia verdadera. Tampoco la polución, el paro y otros grandes problemas de nuestro mundo económico que asustan, porque confío en la posibilidad de encontrar soluciones, y la búsqueda de estas soluciones puede resultar apasionante.

No, el asco está aquí, el asco lo damos la gente que vivimos en esta sociedad, sobre todo la juventud que no aprovecha las instituciones de que disponemos para manifestar sus opiniones, que no utilizan los nuevos medios de comunicación para exprimir su creatividad; que se quedan a disposición, como los carneros llevados al matadero, de los grandes manipuladores de la publicidad para hacerles comprar cualquier mierda que les proponen; que bailan una música triste, vacía Technodance-; que discuten sobre 22 imbéciles y una pelota, en lugar de apasionarse por el milagro de la vida.

Estoy harto y me enfado de ver cómo 100.000 años de desarrollo de la inteligencia humana, en lugar de darnos una vida llena y exultante, pueden acabar en una sensación de mediocridad, aburrimiento y estupidez generalizada, con riesgo de tener que volver al misticismo simplón para buscar un poco de estimulación y llenar estas vidas vacías.
Quiero vengarme de la gente que hace de mi vida algo más pequeño. Quiero también vengarme de toda la generación de intelectuales que saben todo de lo que estoy hablando y no hicieron nada y que, a lo mejor, con suerte, están sentados entre el púbico…»

LEO BASSI