En Zooedipous se vuelve con la mesa alargada situada en primer plano, que será utilizada como mesa de operaciones, aunque inicialmente es empleada por los actores en una de esas situaciones familiares, recurrentes en el mundo dramático de Veronese. La familia reunida en torno a la mesa durante la comida ya había aparecido en Cámara Gesell y sobrevuela Mujeres soñaron caballos; de esa situación de partida, atravesada por deseos oscuros y emociones perversas, irá naciendo lo siniestro. En esta ocasión este proceso se llevará al extremo con la utilización de un imaginario animal y la idea de la metamorfosis. La obra comienza con una gallina viva que un extraño personaje persigue hasta darle caza; en la escena final se muestra el cuerpo degollado de la gallina echando sangre por el cuello. Se construye un mundo abierto a lo animal, como símbolo de lo irracional, y al universo de los insectos, echo presente a través de proyecciones e imitaciones de enormes abejas. Esto se erige en telón de fondo y constante amenaza para un medio en el que el individuo, lo humano, queda atravesado por las fuerzas irracionales de lo extraño. Una proyección de una foto de familia de Kafka sobre la que camina un insecto apunta las fuentes de este montaje, que también se vincula, como han explicado los miembros del grupo, con el mundo plástico y artificial del director de cine y creador plástico Peter Greenaway, un universo también de lo mínimo.