A lo largo de seis encuentros, el grupo de estudio Cuerpo, territorio y conflicto pretende desarrollar un espacio de acción y pensamiento centrado en una crítica al llamado antropoceno —era geológica marcada por la creciente y destructiva intervención humana sobre el planeta—. Considerando el capitalismo extractivista como una realidad que se ubica en el cruce del cuerpo con el ambiente y confiando en el potencial crítico de las artes vivas y de la arquitectura, las sesiones abordarán de forma transversal el impacto de las lógicas antropocéntricas en la desigualdad estructural de los territorios y los recursos. Entre las temáticas abordadas están el colapso de la civilización, la justicia ambiental, la memoria colectiva, las ausencias que persisten en el paisaje, la ecología, las prácticas artísticas en la naturaleza, las corporalidades híbridas premodernas, la geografía acústica y, finalmente, la cancelación del futuro en el antropoceno.

Las sesiones de trabajo combinarán dos formatos —un grupo de lectura y un taller como  laboratorio práctico— con la intención de estimular la puesta en acción de los materiales bibliográficos propuestos por artistas e investigador+s que actuarán como mediador+s invitad+s: Rosa Casado, Ramón del Castillo, Óscar Cornago, Diana Delgado-Ureña, Uriel Fogué, Victoria Pérez Royo, Rafael Tormo i Cuenca, Jaime Vallaure y Óscar Villegas.

La coordinación del grupo de estudio está a cargo de Fernando Quesada, integrante del colectivo ARTEA, y su programa temático está vinculado al proyecto de investigación La nueva pérdida del centro. Prácticas críticas de las artes vivas y la arquitectura en el antropoceno, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

Información: https://www.museoreinasofia.es/actividades/cuerpo-territorio-conflicto

Programa:

Meterse en jardines
Viernes 16 de octubre, 2020
Sesión moderada por Diana Delgado-Ureña y Jaime Vallaure

Paisajes y archivos
Viernes 27 de noviembre, 2020
Sesión moderada por Óscar Cornago y Rafael Tormo i Cuenca

Naturaleza, ecología y prácticas artísticas
Viernes 18 de diciembre, 2020
Sesión moderada por Ramón del Castillo

Cuerpos antiguos, nuevas políticas
Viernes 15 de enero, 2021
Sesión moderada por Victoria Pérez Royo

Un mapa sobre el fin del mundo
Viernes 12 de febrero, 2021
Sesión moderada por Uriel Fogué

Quiet, too quiet but not silent [Tranquil+s, demasiado calmad+s, pero no callad+s]
Viernes 19 de marzo, 2021
Sesión moderada por Rosa Casado y Óscar Villegas

-Puedes acceder a la descripción de cada una de las sesiones aquí.

____________________________

Documentación:

Sesión 1:  Meterse en jardines

Diana Delgado-Ureña y Jaime Vallaure

La primera sesión, moderada por la investigadora Diana Delgado-Ureña y el artista Jaime Vallaure, se organizó expresamente como una lectura coral sin ánimo discusivo ni argumental específico, pero con una forma muy pulida con capacidades performativas. Su objetivo fue practicar un modo de intercambio informativo (es decir de estudio) que seguía la metáfora del jardín asilvestrado o “natural”.

Mientras que una conversación implica un encadenamiento de argumentos de ida y vuelta en un espacio discursivo bien delimitado —como en un jardín formal en el que las especies vegetales se relacionan en un marco de composición—, una lectura coral facilita la apertura de los argumentos más que su desarrollo: las especies no son compuestas en relaciones, sino que componen sus relaciones a medida que crecen, se desarrollan y cambian con su actividad biológica. Como indican lxs moderadorxs en su texto de introducción, el punto de partida era una situación o escena muy clara: un grupo de personas unidas por intereses comunes debaten sobre las capacidades de las artes vivas para contrarrestar el atolladero al que nos conduce lo que llaman el “ecodicio noextractivista”, y lo hacen sentadas en un jardín.

La imposibilidad de un encuentro físico en un jardín (que habría debido ser el jardín del Museo Reina Sofía) y su sustitución por uno virtual, motivó a lxs moderadorxs a introducir una dimensión de representación al encuentro, invitando a los participantes a presentarse como la encarnación de una especie vegetal, de una planta. Con toda probabilidad, de haberse dado el encuentro en un marco físico y no virtual, su devenir habría sido otro bien distinto.

Se proporcionaron varios textos de partida encuadrados en cinco líneas críticas del Antropoceno: 1º El Antropoceno y sus límites (Maristella Svampa y T.J. Demos), 2º Perspectiva Ecofeminista (Yayo Herrero); 3º Combatiendo la moral neorrural (Ramón del Castillo); 4º Cultivando el jardín como ejercicio político (Paola di Marcello); y 5º Perspectiva decolonial (Ros Gray y Shela Sheirkh). En otras palabras, se establecieron unas cuantas líneas de guion que, sin embargo, no fueron seguidas ordenadamente por lxs participantes, quienes acudieron al encuentro con sus propios argumentos. Además de representarse en una planta, cada participante fue invitado a mostrar la imagen o la forma del jardín “que te imaginas cultivando”, es decir una imagen del tipo de construcción pseudo-natural con la que cada cual se identifica en mayor medida.

El archivo de audio recoge parte del desarrollo de la sesión, en concreto las intervenciones de moderadorxs y participantes, realizadas sin un reparto de roles, tiempos u orden de intervención alguno, pero con una consistencia formal muy grande e inesperada. En conjunto, el retablo sonoro puede asimilarse no ya a la recreación de una lectura coral en un escenario vegetal o a una toma de la palabra o la tribuna sucesiva, como era la intención inicial, sino a una experiencia más rica y espacializada, paradójicamente dado que el espacio fue virtual. Quien escucha el archivo de audio puede identificarse más con una criatura que va de planta en planta que con un observador estático.

 

Sesión 2:  Relato y archivo

Óscar Cornago y Rafa Tormo i Cuenca

 El investigador Oscar Cornago y el artista Rafa Tormo conducen la segunda sesión online del grupo de estudio. Su invitación parte de visitar la práctica Implosió impugnada que Rafa Tormo presentó en Madrid en el contexto del festival ¿Y si dejamos de ser artistas? (2013)  para desde ahí reflexionar sobre el relato y el archivo como artefactos sociales elaborados y sostenidos colectivamente e inseparablemente unidos a las tensiones entre los modos de producir conocimiento y la función de los textos en este entramado.

Partiendo de esta invitación el día anterior a la sesión online convocaron a las personas residentes en Madrid a un encuentro presencial para hacer un recorrido en autobús de una hora y media de duración. Se pedía a lxs participantes que se mantuvieran en silencio durante toda la práctica y que eligieran un punto de vista desplazado de su propia posición para describir por escrito la acción de la que estaban siendo a la vez parte y testigos. La propuesta consistía en viajar en un minibús alquilado durante unos veinte minutos hasta llegar de noche a un parque en las afueras de la ciudad. Una vez en el parque el grupo ocupaba una explanada y asistía en círculo a una sesión de fuegos artificiales. Terminados los fuegos, el grupo regresaba al punto de partida sin dejar de registrar por escrito sus impresiones hasta terminar el viaje.

Todas estas impresiones escritas se recogían en el momento ordenadas cronológicamente en una hoja pautada que repartieron en el autobús y se pidió a lxs participantes que llevaran esas hojas escritas a la sesión online.

Durante la sesión online la práctica consistió en una lectura colectiva en vivo, asignando a cada participante un número consecutivo, de manera que primero empezaba a leer la primera anotación cronológica la persona asignada con el número 1, luego el 2, luego el 3 y así sucesivamente hasta llegar al final de cada tramo horario.

La documentación sonora recoge el registro editado de esta acción en vivo con la breve contextualización que Oscar Cornago y Rafa Tormo hicieron al principio y al final de la sesión. El debate posterior no forma parte del audio.

La pertinencia de pensar el Antropoceno a partir de una práctica de recreación del archivo de un artista permite un acercamiento a la dimensión múltiple de los relatos colectivos que aún manteniendo perspectivas y puntos de vista singulares se ensamblan en una red más amplia de significación y sentidos en la que estamos inscritas y que a su vez va mutando con el paso del tiempo.

La selección de lecturas recupera una parábola yasídica que abre el libro de ensayos de Agamben “El fuego y el relato” y que narra cómo con el paso del tiempo una comunidad va perdiendo el sentido de la tradición hasta que lo único que queda es el relato como historia de una pérdida. Un relato que mantiene su eficacia política en tanto que ofrece una posibilidad de conexión entre las personas que forman parte de una comunidad. Dos textos completan la propuesta de estudio; el comienzo de Ecología Oscura de Timothy Morton y el final de La vida de las plantas de Emmanuele Coccia.

+ Material sesión

 

Sesión 3:  La naturaleza no existe

Ramón del Castillo

La tercera sesión fue moderada por el investigador Ramón del Castillo. Se articuló alrededor de un único texto del geógrafo Erick Swingedouw titulado Nature does not exist! Sustainability as symptom of a depolitiziced planning, publicado en castellano en el año 2011. Este largo e influyente artículo está compuesto de varias partes según se mire, pero a grandes rasgos propone dos grandes enunciados más una coda. En el primero se invita a abandonar la noción de “Naturaleza y sus derivados más recientes” por considerarla un significante vacío revestido de cualidades mitológicas e incluso teológicas. En el segundo se identifica la noción de sostenibilidad como la más reciente, rentable y quintaesencial de esas nuevas mitologías naturalistas postpolíticas o, mejor dicho, postagonísticas. En la coda se explicitan dos cuestiones derivadas del segundo enunciado y encadenadas entre sí: la sostenibilidad es el reflejo perfecto de las políticas inclusivas y meramente gerenciales del consenso, mientras que una noción plural, múltiple y desustanciada de naturaleza lo sería del espacio político ideal, el del disenso y el desacuerdo.

Pese a la impecabilidad del argumento del autor, o quizás precisamente por eso, el estudio en profundidad del texto por parte de lxs participantes indujo a un debate acalorado y muy intenso que, sin embargo, se centró casi en exclusiva en el primer enunciado: ¡la naturaleza no existe! Que la sostenibilidad es una ficción política de marcado carácter demagógico es una afirmación que, tras los diez años transcurridos desde la publicación de este texto seminal, ha perdido su carga polémica y crítica incluso a pesar de haberse acentuado como nunca el discurso de la sostenibilidad y de las políticas ambientales gerenciales en Occidente.

Durante la discusión se obvió este dato y se mostró un desacuerdo mayoritario no tanto con la idea de la inexistencia de la Naturaleza o su desmitologización, sino con el carácter destituyente y potencialmente paralizante que entraña dicha afirmación crítica. Ese principio polémico sigue despertando malestar, mueve a la resistencia y al deseo de resignificación. Sin embargo, escuchando el audio del desarrollo de la sesión se observará que se llega a una cierta conclusión que, muy curiosamente, apunta en la misma dirección que señala Swingedouw en sus más que borrosas, aunque ambiciosas, conclusiones.

En efecto, una política de la sostenibilidad, afirmada sobre una visión radicalmente conservadora y reaccionaria de una Naturaleza singular, ontológicamente estable y armoniosa, es necesariamente una política que erradica o evacúa “lo político” del debate en torno a qué hacer con las naturalezas realmente existentes. La pregunta política clave es la que se centra en la cuestión del tipo de naturalezas que deseamos habitar, qué tipos de naturalezas deseamos preservar, construir o, si es necesario, borrar de la superficie del planeta (como por ejemplo el VIH), y cómo llegar a esa nueva situación.

Quedó en el aire cómo lidiar con las consecuencias de tales conclusiones, en otras palabras, cómo afrontar el “momento totalitario” de la acción, que interviene en cualquier toma de decisión acerca de la modificación de nuestro entorno.

 

Sesión 4:  Cuerpos antiguos, nuevas políticas

Victoria Pérez Royo

La investigadora Victoria Pérez Royo moderó la cuarta sesión del grupo de estudio planteando una reflexión a partir de su noción de cuerpo antiguo que permite pensar el cuerpo como un territorio en conflicto frente a las corporalidades heredadas.

Un cuerpo antiguo sería aquel que fabula vínculos con el entorno desde la imaginación y la empatía desplegando múltiples formas de interacción con el medio y los seres que lo habitan. La invención de un cuerpo antiguo entronca con prácticas marginadas desde la erradicación de la magia y la brujería en el tránsito a la Edad Moderna y apunta hacia la potencia sensible de los cuerpos más allá de su sometimiento al sistema de producción y consumo capitalista. Desde esta perspectiva, el ensayo de corporalidades disidentes premodernas, de cuerpos antiguos, delimitaría un campo de resistencia frente al ejercicio de la biopolítica hegemónica.

El sustrato que alimenta este debate que pone en perspectiva la relación del cuerpo con el entorno es una fascinante serie de lecturas entre las que destacan los textos de Gloria Alzandúa, Clarice Lispector, Silvia Federici, Anna Halprin, Mónica Valenciano y Susan Buck-Morss. La sesión comienza con una primera explicación por parte de Victoria Pérez Royo seguida de un debate.

Durante la conversación se comentan entrenamientos corporales y prácticas cotidianas que expanden la percepción y la atención, capacidades mágicas que apuntan la tensión entre el imperativo de eficacia y funcionalidad de la corporalidad dominante frente a los usos y las nuevas políticas posibles que emergerían de una expansión de lo sensible.

En el ámbito de las artes vivas, más allá de la representación, se trataría de prestar atención a nuevas performatividades que se originan desde un fuera de sí que permite generar alianzas con otros cuerpos, con espectros, con cuerpos ausentes y presentes que dan valor a una dimensión sensible que va más allá de la racionalidad. En este sentido, una propuesta concreta sería la del cuerpo-médium tal y como se manifiesta en la pieza Rosa Cuchillo de Yuyachkani (Perú), que parte de un trabajo de vaciamiento de las y los actores después de las conversaciones con madres de hijos desaparecidos en Perú, para que las voces y cuerpos que no han tenido lugar ni visibilidad social encuentren un espacio donde manifestar y compartir su duelo.

En el audio se escuchan las interesantes aportaciones al debate de investigadorxs y artistas participantes en el grupo, que plantean recursos desde donde abordar la invención de cuerpos antiguos y también señalan el peligro de la instrumentalización de estas prácticas desde una romantización folclórica que implicaría inevitablemente la anulación de su potencia política.

 

Sesión 5:  Un mapa sobre el fin del mundo

Uriel Fogué

 La quinta sesión de Cuerpo, territorio y conflicto fue guiada por el arquitecto e investigador Uriel Fogué, que seleccionó una serie de materiales en torno a la relación entre el Antropoceno y el fin del mundo que lxs antropólogxs brasileñxs Déborah Danowski y Eduardo Viveiros de Castro desarrollan en su texto ¿Hay un mundo por venir?.

La idea del fin del mundo se manifiesta como una reflexión apocalíptica que habla de nuestro presente, de quiénes somos y cómo nos relacionamos. El ambiente apocalíptico aparece así como la línea del horizonte inasible a nuestro alcance.

Para Danowsky y Viveiros de Castro, el fin del mundo es un modo de imaginar la desarticulación espacio temporal de la historia, el fin y el comienzo de una era. La inminencia del fin tiene el valor de suspender el presente dejando paso a otras posibles articulaciones de lo real. Las representaciones del fin del mundo responden a imaginarios diversos que la noción de Antropoceno impulsa desde la constatación del cambio climático y el cambio de era geológica.

Durante la sesión se rescataron visiones del fin del mundo que imaginan la desarticulación de los marcos espacio temporales. Una de las preguntas que se hacen Danowsky y Viveiros de Castro es si la aparición del concepto del Antropoceno lleva aparejada mutaciones en los imaginarios del fin del mundo. Al margen de las especulaciones en las películas y las series de televisión que repasa Fogué, el Antropoceno convoca ontologías complejas que desbordan nuestra imaginación poniendo en cuestión la capacidad y la agencia de la escala humana.  El Antropoceno como concepto abre preguntas netamente políticas: ¿tenemos los humanos vocación ecocida? ¿vivimos en el fin de una era? ¿es el capitaloceno quien nos traerá nuestro fin como especie? ¿podemos cambiar nuestro destino? Y en caso de que la respuesta fuera sí, ¿estamos dispuestos a ser los mártires del presente para dejar el mundo a las generaciones futuras?

Las comunidades que habitan el fin del mundo, como por ejemplo las amerindias, no tienen un proyecto político de desarrollo, les interesa un buen vivir que afirma el presente entendiendo que las relaciones se desarrollan en contextos de riesgo, en desequilibrios. La amenaza de la irrupción de otros mundos se cuela a través del sueño y la enfermedad como rasgaduras de lo real que se abren a la fragilidad y la extrañeza de las alteridades radicales. Éste es el quiebre del paradigma de la relación entre naturaleza y cultura que propone un multiverso relacional donde lo que existe es un agregado de agentes, una multiplicidad de naturalezas que entran en relación a través de una sola cultura, entendiendo por cultura la interacción entre ambiente, sujetos y objetos.

El parámetro temporal que moviliza el apocalipsis asume así la existencia de una humanidad sin mundo, de un tiempo previo a toda diferencia, anterior a nuestra vivencia etnográfica.

Durante la conversación queda en el aire la pregunta de si las dimensiones imaginarias que despliegan el juego cosmopolítico del fin del mundo podrían estar encubriendo nuestra propia ineficacia política.

Sesión 6:  Quiet too quiet, but not silent

Rosa Casado y Óscar Villegas

 La sexta y última sesión fue moderada por los artistas Rosa Casado y Óscar G. Villegas, que elaboraron una documentación muy específica para su preparación. Esa documentación se adjunta por ser el principal eje de la sesión, y consiste en un archivo de audio, unas lecturas guiadas de algún modo por el audio, y un documento gráfico o guía para elaborar un mapa sonoro que algunxs participantes completaron y que se compartieron en la recta final de la sesión.

La propia sesión, por contraste con las demás, fue más una puesta en común de la recepción de estos materiales previos y de la práctica propuesta que una exposición de un punto de vista o de un debate alrededor de una polémica. Discurrió por lo tanto como una serie de exposiciones personales, por parte de lxs participantes, de la recepción de los materiales de escucha y de estudio, y se dio un consenso generalizado sin fisuras: la textura sonora de nuestras vidas cotidianas es un material imprescindible para una crítica efectiva del antropoceno. Por una parte, la posición situada y sensible de la geógrafa Doreen Massey, que fue crucial para renovar el campo de la geografía en su momento, fue unánimemente aceptada por lxs participantes como un punto de partida válido a nivel teórico y práctico. Por la otra, la relación no correlativa que estableció Raymond Murray Schafer entre paisaje sonoro de alta o baja fidelidad y paisaje cultural industrial o rural resultó, en conexión con la propuesta de renovación de la geografía de Massey, algo muy inspirador para lxs participantes. En conjunto, los materiales de estudio elegidos por Rosa Casado y Oscar G. Villegas se acoplan entre sí a la perfección, como se desprende de la escucha del archivo de audio que elaboraron para la sesión.

En este archivo de audio se despliega un discurso que alude a la comparación entre ojo y oído, visión y escucha, o cámara y micrófono. Más allá de insistir en la crítica al oculocentrismo, lo que dicha insistencia en lo aural propone es la incorporación plena del paisaje sonoro como un material tan riguroso y científico” como es, o ha sido tradicionalmente, la cartografía para la construcción de la geografía como una disciplina específica de cara a conocer lo que llamamos territorio, pero con aspiraciones más omnicomprensivas: la intención es plantear la escucha atenta como una práctica espacial crítica que ayude a considerar la naturaleza controvertida de las dependencias y a desestabilizar cualquier explicación unívoca o totalizadora de la realidad. El paisaje sonoro realiza aportaciones distintas, únicas y críticas mediante la práctica de la «cartografía sonora» como un medio para dirigir nuestra atención al medio acústico y a lo que ese medio nos devuelve, desvela o informa de los flujos e interconexiones en las que estamos inmersas y de cómo estamos situadas.

Aunque las herramientas de registro sonoro permiten el mismo grado de foco, inclusión y exclusión, o jerarquización que las fotográficas, un registro sonoro es necesariamente más abierto y amplio porque el flujo sonoro no se puede detener y es inclusivo por definición. Sin embargo, el registro sonoro es tan editable como la imagen capturada y puede proponer una realidad tan manipulable como la fotografía; de hecho, este es uno de los problemas y discusiones que hay en el campo de la fonografía y el registro de sonidos de la naturaleza, por ejemplo. La diferencia es que el sonido —para ser percibido o vivido— solo puede serlo de manera temporal, mientras que la imagen es un registro estático.

Esta distinción confiere al registro sonoro una capacidad crítica específica que Rosa Casado y Óscar G. Villegas nos proponen como una herramienta concreta de trabajo para redefinir las nociones hegemónicas de territorio de cara a intervenir en él, aunque con las limitaciones implícitas de la idea de paisaje sonoro que, como cualquier otro campo sensible, no define un territorio por completo.

+ Mapa sonoro

 

____________________________

Impresiones sonoras
Sobre la edición de los audios

Volver a escuchar lo ya escuchado nos propone la construcción de puentes con el pasado, es decir, con otro tiempo, con otro espacio, con otros afectos y también con nuestros recuerdos.

La escucha nos permite una apertura bilateral, ya que se expande hacia el exterior y nos abre hacia adentro al mismo tiempo. Las sesiones del grupo de estudios Cuerpo, territorio y conflicto fueron realizadas a través de encuentros virtuales. Allí, donde a falta de presencialidad de los cuerpos, los sonidos se han convertido en canales de interconexiones potenciadores de vínculos. También de convergencia de diferentes ambientes, interferencias de micrófonos, ruidos, suspiros, palabras cortadas y descargas eléctricas. Lo sonoro, que tiene la capacidad de ensanchar, ampliar y espesar, hizo vibrar, expandir y extender el tiempo, el espacio y a nosotrxs mismxs.

Esta serie de audios son el resultado de un largo proceso de edición que trabaja desde (y con) la memoria sensible. Cada decisión de montaje fue concebida a partir de la deriva por una serie de afecciones que han sido reactivadas y han generado nuevas resonancias al reescuchar los encuentros, y que volvieron a abrirse espacio en mi cuerpo.

Un ejercicio de escucha atenta que viene de la mano de la práctica del collage: cortar, pegar, suprimir, superponer e intercalar para generar nuevos ensamblajes y con ellos, nuevos sentidos.

A partir del encuentro de distintas voces (y con ellas, un variopinto espectro de experiencias vitales, campos de conocimiento y subjetividades) en conjunción con diversas texturas sonoras, se fueron conformando nuevos espacios sonoros plurales y colectivos que buscan extender la celebración de las lecturas y opiniones compartidas durante las reuniones grupales.

Edición y montaje de los audios*: Romina Casile
Postproducción de audio: Pablo Paéz
*A excepción de la sesión Quiet, too quiet but not silent, realizada por sus propios moderadores Rosa Casado y Óscar Villegas.