¿El trabajo escénico que realizan actualmente surgió de manera individual o colectiva?
Nuestro trabajo surgió de manera colectiva. Inicialmente el trabajo se expresó como una necesidad de Ariadna Medina y Juan de Dios Rath por crear procesos en los cuales tuvieran mayor control y poder de decisión acerca de qué teatro hacer y para qué.
¿De dónde parte la formación de los integrantes?
Juan de Dios Rath es Licenciado en Literatura Dramática y Teatro por la UNAM. Además ha tomado diversos cursos con creadores escénicos como Jorge Vargas, Luis de Tavira, Patrice Pavis, Ricardo Ramírez Carnero, Ignacio Escárcega, Martín Acosta, Teresa Rally y Miguel Rubio, Jorge Prior, entre otros. Actualmente cursa el programa de Maestría en Trabajo Social por la UNAM.
Ariadna es Licenciada en Diseño Gráfico y también ha tomado diversos cursos de perfeccionamiento actoral y de producción y gestión escénicas con Jorge Vargas, Luis de Tavira, Antonio Peñuñuri, Rogelio Luévano, Juan Antonio Llanes, Francisco Franco, Arturo Nava, Fernando Payán, Martín Acosta, Marissa de León, Gerardo Trejoluna y Jorge Prior.
Mario Galván es Licenciado en Comunicación, guionista y cineasta.
María José Pool es pasante de Lic. En Teatro, actriz y asistente de producción.
Josué Abraham es Licenciado en Diseño Audiovisual, artista multimedia y performer. Manuel Estrella es Licenciado en Composición Musical, bailarín y coreógrafo.
Amaury Alonzo es doctorando en Comunicación y cineasta.
¿Qué tipo de evolución o transformación detectan que se ha dado desde el inicio del grupo hasta la actualidad?
Hemos hecho una transición desde una formación tradicional, heredera del concepto de puesta en escena, que nos ha sido muy útil para realizar nuestra ópera prima que fue “Tu ternura Molotov” de Gustavo Ott, en el año 2010. Tras esa primera experiencia, que estuvo apoyada por el Diplomado en Dirección y Producción escénica “Práctica de vuelo”, decidimos invitar a Jorge Vargas para que nos ayudara a abrir un laboratorio de creación escénica. A partir de ahí, hemos transitado hacia una práctica de creación cada vez más interesada en el contexto y en la transdisciplina. Nuestro primer trabajo en esta línea es “El viaje inmóvil, estudio en espiral sobre el suicidio”, codirección entre Jorge Vargas y Juan de Dios Rath, mediante el cual establecimos una relación de colaboración con el grupo “La Esperanza” del Programa Integral de Atención al Suicidio de Mérida, Yucatán, (PIAS) coordinado por el Dr. Gaspar Baquedano. Con el PIAS realizamos también un largometraje documental y actualmente estamos produciendo un segundo documental y una segunda pieza escénica sobre los sobrevivientes del suicidio de seres queridos en Yucatán y la República de Uruguay, con la ONG “Último Recurso”, coordinada por la Dra. Silvia Peláez. El producir películas documentales es una línea estética y de investigación que está definiendo nuestro trabajo pues acompaña el proceso de laboratorio. Actualmente tenemos dos producciones audiovisuales terminadas y varias más en proceso de producción.
El trabajo ha evolucionado hacia cierto tipo de intervención en otras problemáticas sociales particulares de nuestro contexto geográfico y social, como lo es la violencia y el paro laboral, las cuales hemos trabajado con “Manual de cacería” y “Sidra Pino, vestigios de una serie”. En ambas piezas hay un tratamiento del contexto que no se agota con la puesta en escena sino que se expresa a través de elementos multimedia procedentes de una extensa investigación de campo. La creación de archivos documentales con información recogida directamente en el contexto y con las comunidades involucradas, es un aspecto sustancial de nuestro trabajo. En el caso de “Manual de cacería” tuvimos la necesidad de trabajar directamente con un equipo de criminólogos y psicólogos forenses, dirigidos por el Mtro. Paulino Dzib, así como también con el documentalista Jorge Prior, para profundizar en el conocimiento de la conducta criminal y su influencia en el comportamiento social cotidiano. Con «Sidra Pino«, por ejemplo, nos llevó al menos tres años de seguimiento del movimiento de los trabajadores en huelga y tuvimos interlocución con abogados, activistas, antropólogos sociales, sindicalistas y los propios trabajadores en huelga. Nuestro más reciente trabajo escénico “Las constelaciones del deseo” es un acontecimiento performativo en el cual proponemos un recorrido por las distintas expresiones de la identidad y la diversidad psicosexual. El recorrido es esencialmente participativo pues cada estación-constelación del mismo es un dispositivo de percepción y creación de imágenes identitarias. El espectador mantiene una relación personal con cada dispositivo y se pone en acción a través de la mirada, la escritura, el testimonio, la oralidad, el sonido y el diálogo. La estación final es una conversación en la que participan integrantes de diversos colectivos que realizan activismo en pro del reconocimiento de los derechos humanos a la diversidad y personalidades de la academia y la cultura locales: Antropólogos, sociólogos, psicoterapeutas, sacerdotes, activistas, artistas y personas de la diversidad conversan con los espectadores que previamente han recorrido “Las Constelaciones del deseo” en el espacio de Murmurante Teatro en Mérida. Nuestra sede se convierte en un espacio relacional que permite relativizar los límites entre oficiantes y espectadores. En los conversatorios hemos podido vincular a personas del mundo de la cultura con personas del mundo del activismo en Mérida, dialogando sobre temas como el VIH, problemática de la que Yucatán tiene los índices más altos a nivel nacional, los derechos de las personas trans, nociones de teoría queer, masculinidades y feminidades contemporáneas, movimientos sociales, entre otros.
¿Cómo se sitúa frente al contexto artístico en el que trabaja?
Murmurante Teatro se ha posicionado en la escena local como una agrupación de artistas independientes que trabajan con profesionales de diferentes disciplinas tanto artísticas como científicas para crear conocimiento y reflexión acerca de problemáticas que afectan nuestra realidad regional.
¿Cómo se sitúa específicamente frente al contexto teatral en el que trabaja?
Como una agrupación de artistas independientes que está en permanente búsqueda de lenguajes y experiencias escénicas enfocadas en problemáticas sociales y en el trabajo directo con las comunidades afectadas por estas problemáticas. Consideramos que el trabajo artístico cobra sentido cuando se relaciona con lo social desde miradas diversas. Es así que somos hasta ahora, quizás el único grupo local que trabaja de cerca con médicos, antropólogos, sociólogos, criminólogos, psiquiatras y con comunidades de trabajadores, con colectivos de la diversidad sexual y con artistas de muy diversa formación. En nuestro caso, la transdisciplina se expresa a través de la creación de dispositivos escénicos que articulan diversas miradas disciplinares en torno a un tema o a la formulación de preguntas sobre el mismo.
¿Se considera representante o forma parte de alguna corriente que podamos considerar emergente dentro del panorama teatral actual?
Es difícil autoetiquetarse de manera justa, pero sí, consideramos que hay grupos en México con los que compartimos algunas características. Algunos críticos han hablado de escena expandida o de teatro social para referirse a nuestro trabajo. Las categorías elaboradas por los críticos ayudan a visibilizar prácticas escénicas emergentes y significan un ejercicio generoso y muy necesario para tratar de aprehender elementos valiosos surgidos de esas prácticas. En el caso de la categoría de teatro contextual, nos parece una propuesta interesante, siempre y cuando no se limite a considerar “lo contextual” como el simple hecho de hacer teatro fuera de los edificios teatrales convencionales para hacerlo en espacios alternativos. Creemos que lo contextual es una categoría más amplia, que incluye las diversas miradas, las relaciones y las prácticas que convergen en lo escénico desde territorios no estrictamente teatrales.
¿Menciona algunas referencias teóricas o artísticas que les sirvan como interlocutores de su trabajo?
Rimini Protokoll, Hotel Modern, Akhe Teatro, Lola Arias, Mapa Teatro, Romeo Castelucci, Teatro Ojo, Lagartijas Tiradas al Sol y Teatro Línea de Sombra.
Por otra parte, teóricos como Ileana Diéguez o José Antonio Sánchez nos han permitido explorar miradas distintas para apreciar las artes escénicas contemporáneas.
¿Quiénes son algunos de los creadores o pensadores que hayan influido en su manera de entender la creación o que acompañen sus procesos?
Jorge Vargas, Eduardo Bernal, Noé Morales Muñoz, Jesús Hernández, Alejandro Flores Valencia, Gabriel Yépez, Gaspar Baquedano, Paulino Dzib. Ileana Diéguez, José Antonio Sánchez, Óscar Cornago, entre otros.
¿En qué tipo de espacios suelen presentarse?
Normalmente y por necesidades específicas del grupo y sus procesos tenemos la sede de Murmurante Teatro, la cual nos ha permitido tener residencias con algunos creadores invitados. Sin embargo, muchas de nuestras prácticas se han ido al contexto de la ciudad de Mérida. Nos hemos presentado en varias ocasiones en el Centro de Aplicación de Medidas para Adolescentes de Mérida, (CEAMA) que es el reclusorio para menores. También hemos realizado actividades en museos, en plazas públicas, en el sindicato de la Sidra Pino y en las calles del barrio de Santiago. Hemos acudido a escuelas, a hospitales, a casas en algunos barrios marginales de Mérida. Por otra parte, la producción de materiales audiovisuales nos ha permitido presentar nuestro trabajo en espacios de la ciudad de Montevideo, Uruguay y de algunas provincias de ese país.
¿De dónde viene la necesidad de moverse a esos otros espacios no teatrales?
Viene de la necesidad de involucrarnos con la comunidad. Con los trabajadores de la Sidra Pino, por ejemplo, era muy importante para nosotros ayudarles a recuperar presencia en el barrio de Santiago, donde estaba ubicada la embotelladora más emblemática del sureste mexicano. Recorrer el barrio, hacer ejercicios de deriva, activar la sede de su sindicato, ayudarles a botear, realizar interacciones entre ellos y los transeúntes de la plaza del barrio, acudir y animar marchas para exigir que les paguen, acompañarlos a la fiscalía a denunciar al patrón, organizar con ellos una acción artística durante el desfile del día del trabajo, al que no fueron invitados. Por medio de estas acciones generamos visibilidad mediática para su movimiento, que ya estaba más que desgastado. La crónica de todos esos acontecimientos está documentada en los principales diarios de Yucatán que siguieron estas acciones durante los más de tres años en que fueron realizadas.
Por otra parte, el trabajo de campo con personas relacionadas con suicidio, con violencia o con diversas formas de activismo nos permite conocer aspectos de la realidad con mayor rigor etnográfico, para así acercarnos un poco más a la meta de contribuir a la producción de conocimiento y reflexión sobre nuestra realidad más cercana.
¿Cuáles son los factores o componentes que deben tener esos espacios, contextos, para situar su trabajo?
Sobre todo, ser el contexto geográfico natural de una problemática social específica con la cual nos interese trabajar. Hasta ahora han sido el suicidio, la violencia, el paro laboral y la diversidad sexual. Son lugares que si bien no tienen una carga particular de significado en sí mismos, se convierten en lugares significantes por las personas que los habitan y les dan vida. Un albergue para enfermos terminales de VIH, el barrio de Santiago, la plaza y sus romerías, ciertos tramos de la Av. Jacinto Canek en la Mérida nocturna, donde se ubican las prostitutas trans, una escuela preparatoria, una universidad, una plaza pública, un hospital. Lo mínimo que requerimos para trabajar es conexión a la corriente eléctrica y un espacio para los espectadores.
¿Cuál es su forma de producción?
Hemos buscado alianzas de coproducción con instituciones con las cuales colaboramos. Tal es el caso de Psicjurid (Instituto interdisciplinario de psicología forense) y el Programa integral de atención al suicido (PIAS) y “Último Recurso”, de Uruguay. Así como también de la iniciativa privada.
Por otra parte también está el trabajo con los órganos institucionales como la Secretaria de la Cultura de Yucatán, el Ayuntamiento de Mérida, Conaculta, el Fonca, la Secretaria de Salud y la Secretaria de Educación Pública.
Para Murmurante es muy importante que el trabajo tenga un fin social. Crear alianzas de colaboración no solo con la iniciativa privada sino con la Institución gubernamental nos permite llegar a más público y darle continuidad a nuestros proyectos.
Dicha colaboración es fundamental para poder seguir fortaleciendo nuestro trabajo y que realmente llegue a los sectores objetivo. De esta manera contribuir a generar espectadores más críticos que tengan acceso a puestas en escena de calidad sin importar el estrato social.
¿A cuánto ha ascendido el coste de sus últimas obras?
Entre $150,000.00 y $200,000.00 pesos.
¿En México son muy pocos los creadores escénicos que viven de su actividad artística, cómo financian su supervivencia como artistas?
A través de trabajos como impartir talleres, becas y subsidios académicos, artísticos y privados. Así como también el trabajo independiente que cada uno realiza en su especialidad.
¿Qué público recibe habitualmente sus trabajos?
Público en general de 12 años en adelante, universitarios, y comunidades de instituciones tanto educativas como sociales con las cuales gestionamos temporadas o funciones.
La escena puede entenderse como un espacio de creación, un modo de producir conocimiento o una forma de activismo social o político. ¿Con cuál de estas aproximaciones se sienten más identificados, por qué?
Con las tres. Como espacio de creación nos conecta con nuestra formación como artistas. Las aspiraciones que nos hacíamos cuando estábamos en formación se van haciendo realidad en tanto que podemos imaginar, explorar y realizar nuestros proyectos de creación en un espacio propio. En tanto que producción de conocimiento, nuestro trabajo transdisciplinario nos posibilita dialogar y ser interlocutores de científicos sociales y personas cuya experiencia de vida es rica en conocimientos. La premisa de que las artes son mucho más que un entretenimiento o una forma accesoria de la estructura social nos pone delante la responsabilidad de ser rigurosos y comprometernos con la producción de conocimiento sensible mediante formas alternativas de conocer que ponen en marcha las emociones, la imaginación y la fantasía. Finalmente el activismo social es una responsabilidad que surge de la interacción con las personas que nos brindan sus experiencias y a las que les debemos a cambio una retribución social significativa. Además de que a poco que uno se involucre en el conocimiento de las necesidades de los grupos y movimientos sociales, el activismo se vuelve también una necesidad, dado que los derechos humanos implican siempre una lucha. Nunca están dados de antemano ni se ejercen sin un enorme compromiso de lucha. Lo que hemos comprobado una y otra vez con nuestro trabajo es que aquello que les sucedió por ejemplo, a los trabajadores de la Pino, o a las personas que intentaron suicidarse, nos podría suceder a cualquiera de nosotros en cualquier momento. Que la lucha de aquellos que reclaman el reconocimiento de sus derechos es la lucha de todos.