[TRILOGÍA DEL FRACASO]

Noche de lluvia en la ciudad. Departamento de un ambiente. Todo cubierto de maceteros con plantas de naranjas altas y frondosas. Al fondo un árbol-naranjo, viejo y seco. Sobre la pared de atrás, una construcción de madera verde y enrejillada. Unas celdas romboidales a modo de confesionario. En ese cajónconfesionario-invernadero, hay más plantas de naranja, en distintos momentos de proceso, instrumental diverso y un ventilador de aire caliente. Del árbol, cuelga un pullover. De las sucesivas mudanzas queda sólo un sillón (en medio de las hileras de plantas) Sobre la derecha, una pared verde de naranjos, y detrás de ella un hombre, (Benya), en un combinado. En el cajón-confesionario-invernadero están Padre y Dacia.

El pasado se repite en una dimensión reducida, en una escala ínfima. Marco asfixiante. Los personajes (Padre-Dacia-Benya) nunca saldrán de escena. No hay salida. No hay afuera. Sus encuentros, hasta la última escena son fragmentos que podrían suceder en este orden o en cualquier otro. Ininterrumpidamente se encuentran y se pierden. Se encaminan a un nuevo orden que desconocen. Todo parece desencadenarse a la tragedia. Sin embargo la lluvia se detiene (lo mismo había sucedido antes) y acontece un nuevo orden. Una nueva asfixia.

Escena 1 (EL PASEO- INJERTO)

El Padre trabaja con las plantas, la hija dentro del cajón.

DACIA.- Papá no entendí nada.

PADRE.- Que hace 35 años, llueve, temporal digo… Llego a casa de las

plantaciones…

DACIA.- No. No entiendo por qué dijiste ciervos.

PADRE.- ¿Ciervos? Y porque aparecían ciervos ahogados, débiles… se caían a los

arroyos, o por los vellos, las rumanas son así: Peludas. No, no sé.

DACIA.- ¿Pero era un 13 de julio como hoy?

PADRE.- Sí, sí, 13 de julio… pero no es el día de tu nacimiento, o un poco sí, digo,

(no exactamente)… el primero podría ser…

DACIA.- ¿Ves, papá? No se entiende nada. Ves cómo sos. Vos me dijiste que me

ibas a contar todo porque era mi cumpleaños. (Mi cumpleaños 35). Contame del

13 de julio cuando yo nací….

PADRE.- Que ese día, el 13 de julio… Dacia, yo te robo.

DACIA.- Papá, ¿me robás?, ¿a quién?, ¿cómo?, no entiendo… no… hace 35

años…

El Padre va hasta el cajón y sale con la hija en brazos y la engancha al tronco del

árbol.

PADRE.- Hija, paseemos…

El Padre sube al árbol y descuelga el pullover.

DACIA.- ¿El pullover?, ¿me das el pullover? Gracias. ¿Es mi regalo de cumpleaños?

¿Es eso? Me vas a contar… Paseemos en dirección Sudoeste.

PADRE.- El mismo pedido de tu madre.

Dacia enganchada al tronco del árbol. En brazos del Padre.

PADRE.- Vamos en auto. Con tu madre. El auto se desliza a una velocidad de 60

Km./ por hora. Camino despejado. O parece. Quiero decir vamos bien.

DACIA.- (A la vez.) Sí, en auto, con mamá, 13 de julio. Vamos bien.

PADRE.- Ella, quiero decir tu madre, tiene un vestido natural de jersey muy corto

(beige, de jersey beige). Le toco la panza, y te toco a vos.

DACIA.- Beige. Corto (como el mío). Yo estoy ahí, en la panza…. Pongo la radio.

PADRE.- Esperá. Ahí, me mira con los ojos fijos…

DACIA.- ¿Mamá? ¿Qué expresión?

PADRE.- Entre agradecida y prometedora.

DACIA.- Y los ojos, ¿cómo son los ojos?

PADRE.- Uno amarronado y otro virando al verde. Está ausente, como siempre,

pero igual me mira y los ojos…

DACIA.- Uno verde y otro marrón. Sensación de desasosiego, de vergüenza.

PADRE.- Prendamos la radio.

DACIA.- Sí.

PADRE.- Visibilidad escasa, pronóstico más lluvias, tormentas eléctricas…

DACIA.- Lluvias… eléctricas… ¿Qué más?

PADRE.- Música.

DACIA.- ¿“Trasponiendo cielos”?

PADRE.- Sí, el disco de tu madre, el más famoso.

DACIA.- Cómo me gusta escucharla, cómo me gusta el rumano… es tan oblicuo.

PADRE.- ¿Oblicuo?, no, obtuso, obtuso e inentendible. Me irrita no entenderla, no

entenderte, “no cantés en rumano, cantá en castellano”, le pedía. Nunca pude

convencerla de nada.

DACIA.- ¿Pero la amabas? Porque la amabas, ¿no?… ¿Por qué ella? ¿Por qué

rumana?

PADRE.- Por la tierra, eso fue lo que me llevó a tu madre. Dos países con buena

tierra, tierra bendita, eso dará buen fruto, pensé.

DACIA.- ¿El buen fruto soy yo o las naranjas?… Mirame papá.

PADRE.- Basta. Se acabó el paseo.

El Padre intenta descolgarla del árbol.

DACIA.- (Colgada del árbol, resistiendo.) Paseemos, ahora que me diste el pullover.

No me ibas a contar qué pasó el 13 de julio, cuando yo nací, de qué robo hablás…

El Padre la traslada en brazos hasta una maceta. Le pone las piernas en una

maceta con tierra, la planta. Pequeña resistencia de Dacia.

DACIA.- (El Padre la planta.) El barco-bañito, no. No, estoy bien. Hace bien el

hoyito. No necesito tierra. Estoy bien. Hace bien el hoyito. Paseemos, por favor,

paseemos.

PADRE.- Tenés los ojos secos, raros. Necesitás jugo. (Creo que todavía puedo).

(Le saca el pullover.) Ya vuelvo.

El Padre va al cajón-invernadero.

DACIA.- Papá… no… El pullover, papá… Años que me prometes, años: “Dacia: no

va a haber paseo como el del pullover”. Así me decías.

PEQUEÑO CANTO RUMANO

BENYA.- (Entra por la pared de naranjos con un combinado.) Yo nací y llovía

(Escupe el suelo.) Perdoname. Tenía que decírtelo… La voz de mi mamá. Su mismo

canto. Me acerca. ¿Puedo conocerte?

DACIA.- ¿Te gusta? Es un tartamudeíto, nada más. Un impulso canto.

BENYA.- Siempre paso por las disquerías, y ayer justo con lo que llovía te vi,

bueno: te escuché. (La ve enterrada en la maceta.) ¿Estás bien?

DACIA.- ¿Por esto? No es nada. Un problemita en la columna de nacimiento… la

tierra cura, ¿viste?

BENYA.- Y la música. Acá los tenés. (Abre el combinado) (Pausa) Impulso, ¿dijiste

impulso?

DACIA.- Impulso, imposición, imperativo, impropio, imprecativo. (Pausa) Soy

imprecisa, ¿no?, digo no es mi propia decisión, canto.

BENYA.- Y después me dijiste que te llamás Dacia. Demasiado.

DACIA.-.- Dacia, te gusta, es un nombre raro, sí. Lo raro es que no nos hayamos

cruzado antes. Todos los días recorro casas de música, discos, esas cosas…

BENYA.- Dacia, entre otras cosas, es la provincia más antigua del Imperio Romano.

Y no exactamente, pero es muy parecido al territorio actual de Rumania. Además,

ahí nace, del latín ¿no?, la lengua rumana. Y yo también: Yo nací en la lengua

rumana.

DACIA.-.- Cómo sabés.

BENYA.- Acá los tenés. (Saca discos.)

DACIA.-.- Tratémonos como hermanos. ¿Querés tomar algo?…

Benya se sienta en el sillón. El sillón se desarma, cae tierra.

DACIA.- Un jugo de naranjas…. En la última mudanza se rompió y papá lo rellenó

con tierra. Hay que saber sentarse, si te apoyás… Un té de naranjas…

BENYA.-.- Está bien, no te preocupes.

DACIA.- ¿Jugo de naranjas, un té de naranjas…?.

BENYA.- Té, está bien. ¿Hermanos? Dijiste hermanos ¿no?… Yo… prefiero sentirte

mamá.

DACIA.- Mamá es Rumania. Té de naranjas, ¿no?

BENYA.- Para mí Rumania es lluvia. O la lluvia Rumania. Sí, gracias de naranjas

está bien, muy bien. Para otros será París. (Le pasa discos)

DACIA.- O Londres.

BENYA.- Sí, o Londres…. Magda, Zaharia, Lucian Blaga… Maria Luca… ¿Y el té?

DACIA.- No. De Iris, dame de Iris.

BENYA.- Dragomir, es varón pero es excelente… ¿Iris?

DACIA.- ¿Pero son rumanos?, ¿rumanos de los 50?

BENYA.- Sí. (¿Y el té?)

DACIA.- ¿Y cómo no hay de Iris?, no entiendo…

BENYA.- Iris, Iris, no… No… ¿Estás segura que es rumana?

DACIA.- Por favor, la cantante más famosa de los 50. Quedamos en eso. Traías

toda tu colección de música popular rumana de los 50. No conocés a Iris… No te

hablo más.

BENYA.- No te pongas así, es una colección de 400 nombres.

DACIA.- Iris es mi mamá.

Silencio.

BENYA.- Bonito el nombre, digo… para madre. Iris… es nombre de flor o de

diosa… en la mitología antigua Iris es la unión del Cielo y la Tierra, entre los dioses

y los hombres, como el arco iris. Hija de Taumante y Electra, pertenece a la raza

del Océano por línea paterna y materna y por consiguiente hermana de las

Harpías…

DACIA.- Bla, bla, bla. Pará. Todo el tiempo, bla, bla, bla…Yo tenía su disco más

hermoso, “Trasponiendo Cielos”, y lo escuchaba todas las noches cuando papá

salía a hacer la última recorrida por las plantaciones. Los escuché tanto que los

rayé, los rompí… no sé… tantas mudanzas, tantos cambios, se me fueron

perdiendo. No los supe valorar. Cuando uno es chico… es así… no valora.

BENYA.- ¿Y no será por eso que cantás? Cuando decís impulso, ¿no será eso?

DACIA.- lo mira

BENYA.- Tu papá se va, no está, va a trabajar o pasa algo, no sé, se enoja, y ahí

(Le imita el pequeño canto rumano) es coherente, como decirle “no sos lo único

que tengo” (Imitación más corta). Más que a él, como decírtelo vos misma… una

afirmación… (Imitación corta)

DACIA.- Desencandilarse. (Pausa) ir hacia la fertilidad de las luminarias…. o hacia

una luminosidad no estéril… o una fertilidad luminosa aria… lumina Asia Aria

BENYA.- Yo decía… (Preciso) No esperar. A tu papá ¿no? Pero es lindo… a ver

pensemos: Luminosidad no estéril sería (Tiempo): Iluminar el futuro. Futuro por los

hijos… que están oscuros. Que una luz madre dé hijos… que los hijos estén a la

luz. Porque vos dijiste fertilidad y “dar a luz” es parir: vos querés decir o decirle:

Iluminar el Futuro.

DACIA.- Yo no quiero decirle-me nada. Yo te digo que tengo un impulso canto. Algo

simple, coherente, lógico. Y si no lo entendés… (Se pone mal) es un impulso, un

pequeño… no lo puedo continuar, un tartamudeo, (Llora) un tartamudeíto, nada…

BENYA.- (Busca otros) Tengo más. Son 400… Alguno de Iris tiene que haber….

Iris, así, ¿solo?

DACIA.- Iris es el nombre artístico. Se llamaba Sofía María Banus. También lindo

nombre, ¿no? Sofía María Banus… sí, qué lindo…pero no me dice nada… conozco

más a Iris. Iris, Iris, una cantante famosa. La veo en un escenario, canta a todos.

La aplauden. ¿Te das cuenta? Más de todos que mía.

BENYA.- Estás hermosa.

Se acerca. Dacia le da una cachetada.

DACIA.- Vos me haces ver cosas tristes. ¿No ves que hablar con vos me hace mal?

¿Ves? Vos, sos vos que me hacés ver cosas tristes. Andate.

Benya se va. El Padre sale del cajón-invernadero y trae naranjas. Viene con el

pullover atado entre las piernas. Aprieta una naranja entre su axila y brazo. El jugo

cae en su mano. Dacia chupa el jugo entre los dedos de su Padre.

PADRE.-.- Tomá.

DACIA.- Ay, papá, vos me vas a ayudar. ¿No? Iris fue más de todos que mía. Y eso

es triste… y yo ni siquiera puedo conseguir un disco suyo, ni siquiera… cantar una

canción… entera.

PADRE.- Son los ojos, Dacia, se te están secando. Tomá ¿Ves que puedo? Tomá.

DACIA.- Basta. Papá, no quiero más…

PADRE.- No, no, no. Dacia, tenés que nutrirte. Ahora que todavía hay. ¿No

entendés? (No hay tiempo)… Estamos en una situación delicada. A ver, un poco

más. (Dacia casi ahogada.) Sigamos con el paseo.

El Padre se sienta dentro de una maceta grande. Dacia se recuesta sobre el Padre.

Provecho de Dacia.

PADRE.- El mismo gesto de tu madre.

DACIA.- ¿Cómo son sus gestos, papá?…

PADRE.- Así… livianos… sin preocupación, sin peligro.

DACIA.- Sensación de amparo. Me siento leve, despreocupada. Desapareció todo.

El mundo es el interior de este auto desplazándose bajo la lluvia… Estoy contenta.

PADRE.- Yo también. Y no me avergüenza decirlo: contento, Dacia. Esta felicidad

chiquita, de la capacidad de un auto… mediano. Así, así fue el clima de tu

nacimiento. Hace 35 años. De tu primer nacimiento, para ser precisos.

DACIA.- Me mojo, no entiendo… Siento algo tibio. Me mojo. Me voy a quedar

seca, papá… Me mojo…

El Padre mira entre las piernas de Dacia. La levanta. Le chorrea un jugo blanco. El

Padre observa el jugo entre sus dedos. Se los lleva a la boca.

PADRE.- Maduraste, Dacia.

DACIA.- (Llora.)

El Padre arranca hojas y las prepara automáticamente, a modo de colchoncito. Le

baja la bombacha y se lo pone.

PADRE.- Una madre te hace falta. ¿Te das cuenta? Decime si ella no tendría que

estar acá. No es nada… es un jugo… es normal, natural, quiero decir. Tenía que

suceder.

DACIA.- ¿Qué es esto?

PADRE.- Una savia concentrada, blanca… pesada. Nada más.

DACIA.- ¿Me rompí? Es eso, ¿no? Me rompí.

PADRE.- Estás creciendo, Dacia. (Sos señorita). Una naranja puede ser de

maduración temprana, intermedia o tardía. Bueno, es eso. Vos sos tardía.

DACIA.- (Llora.) ¿Me voy a secar, papá?

PADRE.- Una maduración en la tercera quinta parte de la vida. Es eso. ¿Entendés?

Maduración tardía, Dacia. El tiempo de la naturaleza.

DACIA.- Sí, más o menos… sí, bueno sí… ya estoy bien… una savia concentrada,

pesadita…

PADRE.- ¿Sabés que esto puede ayudarnos? Naranjita tardía. Me entusiasman las

señales de la naturaleza. Es una buena señal. Si se retrasan las maduraciones

vamos a poder llegar a completar las injertaciones antes que el floema…

DACIA.- Sí, papá, no te detengas, no frenes… blanquita…

PADRE.- Y además vas a entender. No interrumpas más. Y yo voy a poder contarte

todo, y más, contártelo con alegría. (Desata el pullover de su pierna y se lo da.)

Sigamos con el paseo.

DACIA.- ¿Con el pullover? Me vas a contar todo! Paseemos en dirección Sudoeste.

PADRE.- (La levanta en brazos.) El mismo pedido de…

DACIA.- Pero contame bien. ¿Qué pasó en el auto? (Van al árbol.)

PADRE.- Tu madre, anuncia un vómito. (Gesto de parir.) Yo, apago la radio.

DACIA.- ¿”Transponiendo cielos”?

PADRE.- Sí, y preparo el pullover. (Sin indecisión). Quiero decir, me lo saco.

DACIA.- Ausencia de nerviosismo. Y de música.

PADRE.- Exacto. ¡Entendés!: Pero un momento francamente tenso. El auto se

mueve por el viento, se bambolea, temporal. Lluvia. Tu madre empieza a

contraerse; gira, salta… La sostengo con el brazo izquierdo y con el derecho estiro

mi pullover sobre el asiento delantero. (Sube al árbol.)

DACIA.- Estoy por nacer… Ay, papá vení conmigo.

PADRE.- (No puedo, no puedo, escuchame). Ella se yergue. Majestuosa. Golpea la

cabeza contra el borde superior del parabrisa, da un rebotecito sobre el tablero,

salta sobre el asiento y queda en cuclillas.

DACIA.- ¿Será una danza rumana? ¿Baila?, mamá digo, ¿baila?

PADRE.- Los brazos, agarrados del pasamanos derecho, bien extendidos. Y la boca,

Dacia, muy abierta. La punta de la lengua tensa, perpendicular al parabrisas.

DACIA.- ¿Y los ojos?

PADRE.- Altos, erguidos, fijos a la luz del techo. Extrema atención al farolcito.

DACIA.- Las cantantes famosas están acostumbradas a la luz, al brillo. Pedile que

cante.

PADRE.- Shhh!!! No molestes a tu madre, ahora. Ahí está: en cuclillas sobre el

asiento, agarrada del pasamanos, con la lengua afuera y los ojos fijos al farolcito y

viene: Es un chorro como un vómito que expulsa de la vagina al pullover. Un jugo

espeso y condensado… jugo tipo Fisher rugoso o Hamlin red….

DACIA.- (Papá…yo) Cada vez me mojo más. Me enceguece el brillo, el resplandor.

¿Un jugo-madre? Nunca vi tanto… ¿cómo se dice luz en rumano, papá? (Grita.)

Tapá el farolcito, tapalo. Es la llama de un relámpago.

PADRE.- Sí, llueve. Es día 13 de julio. Once menos cuarto de la noche. Sí, Dacia, lo

tapo, ya lo tapo… Y ahí (en ese momento)… te robo. (Baja un poco, hasta Dacia.)

Lumina, se dice lumina.

DACIA.- No entiendo.

PADRE.- Luz: lu-mi-na, se dice.

DACIA.- ¿De qué hablás, papá? ¿De qué robo hablás?

PADRE.- Del pullover. Lo robo porque te cubre a vos, ¿entendés? Vos estás ahí

adentro, desparramada. Prematura.

DACIA.- ¿Con mamá qué hiciste? El pullover, así ¿se lo arrancaste?

PADRE.- ¿Qué querés que hiciera, que te dejara chorrear por el piso del auto?

DACIA.- Mamá…

PADRE.- ¿Eso preferís?

DACIA.-: Preferiría mi mamá… mi…

PADRE.- ¿Tu mamá? Tu mamá sigue ahí, con los ojos fijos al farolcito. Quiere luz,

lumina, si preferís, digo lumina. Yo lo único que puedo hacer es aplicar todas mis

técnicas, mis conocimientos: el injerto. Nodriza, puenteado. Cúpula no, porque el

grosor del pie y el vástago tiene que ser idéntico.

DACIA.- ¿Y yo?, ¿dónde estoy ahora?

PADRE.- En el pullover todavía. Te tengo con la mano izquierda. Con la derecha

rompo las costuras del pantalón. No tengo herramientas para el injerto, y cuando

pienso en el espejito del auto y lo estoy por arrancar, ahí tu madre, encandilada y

todo, le da un cabezazo y lo rompe. Encima astilla el parabrisas, (un enchastre, es

peligroso), yo tengo miedo por el pullover, (estás vos ahí, prematura)…

DACIA.- Tené cuidado, con las dos. Cuida-me-dala.

PADRE.-: ¿Te das cuenta cómo es tu madre? Se nota que no quería que use el

espejo. Y me da un disco…

DACIA.- ¿”Transponiendo Cielos”?

PADRE.- Sí, (de dónde lo saca no sé, de abajo del asiento, de un bolso, eso no lo

sé), lo parto contra el tablero…

DACIA.- (Llora.) ¿”Transponiendo cielos”?

PADRE.- Y con el filo me abro de una vez el muslo.

DACIA.- Me mareo, (encandilo, araño, resbalo, desmembrano, disuelvo). Me mojo.

PADRE.- Por favor, esperá, ahora no hay tiempo: estoy con el muslo abierto. Con el

filo me voy rebanando capas de piel y carne de 2 cm. de ancho. Hay que preparar

la carne, es importante que se conecten los jugos… necesitamos una superficie lisa

y desprotegida de piel para hacer los cortes propiamente dichos, las incisiones…

DACIA.- Papá, ya está. Me mojé toda. (Dacia cuelga del tronco.)

PADRE.- ¿Ahora? Justo que estábamos llegando. (Baja del árbol, la examina.) Algo

falló. ¿Será que estás débil… vos también… y es mi culpa? (La lleva a la maceta.)

El Padre vuelve a plantar a Dacia en la maceta.

DACIA.- ¿Qué me pasa?… El baño barquito no. Hacé bien el hoyito. Sigamos con el

paseo.

PADRE.- (Prepara elementos de trabajo.) Estás débil… no te preocupes, es

debilidad, si no, no tendrías tanto jugo, es natural, las plantas aumentan su

producción de jugo para defenderse de las carencias nutritivas de la tierra.

DACIA.- Sigamos con el paseo. No entendí bien todavía.

PADRE.- (Le sube el vestido, empieza a trabajar.) Sí, sigamos. Primero vamos a

cambiar el elemento de sujeción, (las hojas fallaron), después un poco de jugo. Eso

es lo que necesitás…

DACIA.- Pero sigamos con el paseo… necesito mamá, ¿dónde está?

Dacia llora, se mueve, molesta al Padre con las manga del pullover. El Padre le ata

las manos con el pullover.

PADRE.- No puedo pasear con vos, arreglarte la sujeción (así no perdés más jugo y

no te asustás) y preocuparme por tu mamá…

DACIA.- Está bien, paseemos solos. Pero ¿y yo dónde quedé, donde estoy?

PADRE.- (Le saca las hojas que quedaban mal colocadas y le pasa una venda-cinta

a modo de sujeción entre las piernas.) En el pullover, todavía estás en el pullover,

pero yo ya tengo la pierna preparada. Hago las dos incisiones sobre el muslo: Una

izquierda y otra a derecha, apenas en diagonal. Forma de T, pero invertida. El

punto de arranque del corte inferior (el más largo) pegado a la ingle…

DACIA.- ¿Sería la rayita de la T?

PADRE.- (Claro, porque está invertida.) El corte superior (más cortito)…

DACIA.- La rayita de abajo de la T, casi un puntito, porque está invertida, ¿no?

PADRE.- Ese a 5 dedos de la rodilla. Enseguida. Abro el pullover, (te saco) y te

incrusto en la herida, (Dacia llora.) es natural, es lo que se llama inserción del

vástago.

DACIA.- Basta. Me impresiona. ¿Y mamá…?

PADRE.- (Le pone una naranja entre las piernas, sujetada por las cintas.) No, no te

muevas ahora, (no quiero que te chorreé más).

DACIA.- Bueno y qué…

PADRE.- Apoyo tu cabecita en la ingle y los pies a la rodilla. Hago una fuerte

presión con los dedos. Eso es el puenteado. Hay que apretar bien los extremos del

vástago adentro de cada incisión o herida. Bien incrustados. Después sí… el corte,

longitudinal, uniendo las dos incisiones, 30 cm. de largo, más no tenías. Y

encima… la capa de piel y carne recién arrancada. Se cubre todo. El brote reposa

en el tronco, quiero decir vos estás en mi muslo.

DACIA.- Basta… Vástago… Me impresiona. (Se mueve, pataditas.)

PADRE.- Esperá (quieta, ya casi terminamos). Falta nada más que el elemento

anudante: un cordón. Ya sé: el pullover.

DACIA.- Mamá. (Grita y patea más, casi yéndose de la maceta.)

PADRE.- (La sujeta.) Está en el asiento trasero. Cuando me da el disco se tira para

atrás, boca arriba, (por no dejar de mirar el farolcito), las puntas del pelo le

golpean la cintura (un pelo largo, mullido, lindo pelo), y ahí quedó… como muerta,

desmayada, bah… Dame el pullover. (Se lo saca y se lo enrolla en la cintura.) Lo

hago girar en forma espiralada ascendente entre mis piernas. Cuando la malla está

lo suficientemente apretada, listo. (Le baja el vestido, la acomoda.) Ya está hecho.

Soy otro.

Silencio. Se miran.

DACIA.- ¿Cómo otro? ¿Otro qué?

PADRE.- (Prepara jugo.) Otro, no sé. Tomá. Estás débil. Necesitás jugo.

DACIA.- No quiero.

PADRE.- Tomá.

DACIA.- No. Necesito ver la cicatriz.

PADRE.- ¿Qué decís?

DACIA.- Las costras, las cicatrices, las adherencias, lo lastimado, lo que te pegaste

de mí.

Tironea de los pantalones. El Padre les abre las costuras de un tirón y le muestra.

PADRE.- Es natural, yo soy varón y nací del sexo de una mujer, y no es ninguna

vergüenza. Las yemas se hacen plantas grandes, hermosas, prendidas de un tronco

madre. Es natural… Un día y medio pegada ahí…

DACIA.- (Se asoma, espía.) Papá…

PADRE.- (Se sienta en la maceta grande.) ¿Qué pasa?… hablá (no me decís nada),

¿querés irte? (Tiempo.) ¿Preferís irte?

Dacia ahogada, no puede hablar. El Padre la mira.

DACIA.- No, no… (Pensaba). Por ahí no es que… me robaste, papá. No es robo…

Es rapto. Eso, ¿ves? Rapto por amor, y soy yo… yo, la que se ofreció al rapto…

Qué linda historia, papá. Gracias… Me gusta esta historia, mía, nuestra… como

“las célebres raptadas”, como Cirene y Apolo, Helena y Teseo, Perséfone y Hades…

PADRE.- No, como Bonnie and Clyde, siempre juntos, huyendo juntos.

DACIA.- Sí, huyendo juntos, huyendo… ¿De qué huíamos, papá? Me ahogo, seguí,

siento el corazón tic-tac, por favor, seguí, tic-tac, tic-tac-tic…..

PADRE.- Tranquila, cangurita-taroca. No sé: 1.º Cómo voy a nutrirte. 2.º Yo teta no

tengo. 3.º No quiero lastimar la cicatriz. Ni lastimarte. 4.º Llega un impulso,

(tranquila), una orden natural: Doy el último tirón y desprendo el pullover de la

pierna.

El Padre levanta a Dacia de los pelos. Las dos caras juntas.

PADRE.- Y ahí sí: Te chupo. Tenías la cara con una espumilla gelatinosa…

sanguinolenta. Estamos en las plantaciones. Es día 15 de julio. (No llueve). 4 y

cuarto de la tarde.

DACIA.- Nazco, papá, nazco.

PADRE.-. Y las babas nos unen. (Son delgadas pero nos unen). Estamos en las

plantaciones.

Es día 15 de julio…..

Dacia se cae.

PADRE.- Otra vez. (La levanta.) Nacés y una catástrofe. Nacés y una catástrofe. La

primera vez el incendio de las plantaciones, y ahora la tristeza de los cítricos.

DACIA.- ¿Qué decís, papá? ¿Querés que mi cumpleaños sea pasado mañana? No

me importa, 15 de julio. Lindo día también.

PADRE.- (Lleva plantas al cajón-invernadero.) Dacia, no ves que las naranjas se

caen antes de tiempo. Prematuras. ¿Sabés por qué?, porque se muere el floema. Y

esta vez es mi culpa. ¿Por qué usé pies de naranjos agrios, sabiendo que es una

especie extranjera? Es mi culpa. Los nuevos injertos no dan abasto. No pueden

contrarrestarlo. Se multiplica la plaga. A mayor humedad, mayor radio de

propagación. No quería decírtelo. ¿Te das cuenta? ¿Cómo voy a nutrirte?

DACIA.-: No necesito jugo, papá, no te preocupes. Necesito…

PADRE.- (Ya sé:) el pullover nos va a ayudar… el pullover y la tierra. Voy a

erradicar esa plaga…. Yemas libres de tristeza, te lo prometo. (Entra al cajóninvernadero.)

DACIA.-: No, el pullover no, papá, no te lo lleves. El pullover es mamá también, ahí

estamos los tres, (los jugos de los tres). Como una foto familiar.

PEQUEÑO CANTO RUMANO.

Escena 2 (LOS JUGOS)

BENYA.- Yo nací y llovía (Escupe el suelo.) Perdoname. En un camino…

DACIA.- Eso ya me lo dijiste. ¿Me das tu pullover?

BENYA.- (Llora.) A mi mamá la arrojaron de un auto, embarazada. Y eso no lo

sabías. Y yo nací ahí (justo ahí) en ese… desamparo…

DACIA.- ¿Me das tu pullover?

BENYA.- Un árbol, había nada más un arbolito. ¿No te da pena? (Llora más.) Dos

años estuve con ella. Nada más. Dos añitos. Vivimos en “LOS DOS NARANJOS”. Era

el nombre de la casa. En mi barrio la gente le pone nombre a las casas. Un

cartelito, era lindo, verde… los dos naranjos, decía, letra manuscrita.

DACIA.- ¿Y el pullover?

BENYA.- Me dejó porque conoció a un hombre, que se nota que no le gustaban los

chicos. … No entiendo, qué tiene que ver el pullover, ¿no ves lo que te estoy

contando? Dos años tenía. Mi mamá incendió la casa y se fue con él. Quedó el

cartel solito.

DACIA.- No entiendo mi pullover, no entiendo. ¿Por qué a los hombres los

desconcierta un simple pedido? Un pullover te pido. Nada más.

BENYA.- (Llora.) No sé. Esos cantos-tartamudeos-ítos-impulsos me traen…

Necesito contarte esto… aparece un pullover: ¿O yo me estoy enamorando o vos

tenés frío?

DACIA.- No. Yo quería el pullover. Pero dejá, ya está. No importa. Igual no es ése

el pullover que quiero… (Llora.) me parece.

Benya se acerca.

DACIA.- Nunca me enamoraría de un hombre que me negase su pullover. Te

aclaro.

BENYA.- Perdoname.

DACIA.- Otra cosa que no entiendo. Pedir perdón a cada rato. Los hombres, son los

hombres los que hacen eso. Cansa.

BENYA.- Perdoname. ¿Vos creés que yo no pienso en vos? (Vos crees eso). Pero yo

pienso en vos. Mirá, traje más discos. Hay muchos que no se pueden leer de quien

son. Las etiquetas, ¿ves?: Se borronearon, tanta agua… tanta lluvia… Por ahí

alguno es de Iris. (Se sienta sobre el combinado.) ¿Probamos?

DACIA.- Probemos. (Dacia se sienta también sobre el combinado. Música.)

Prueba con gran atención. Dacia a la música. Benya a Dacia.

DACIA.- No, no es Iris.

Prueban otro.

DACIA.- ¿No escuchás que es varón?

Prueban otro.

DACIA.- Sacalo. ¿No te das cuenta que no canta nadie?

BENYA.- Perdoname. (Se ríe.)

DACIA.- ¿Decime, y el cartelito quedó, nada más?… ¿solito? ¿Todo incendió? Todo

así:

¿fuego?

BENYA.- Los rumanos son así…

DACIA.- (Bajo.) ¿Cómo?

BENYA.- ¿Ves cómo sos?

DACIA.- ¿Cómo?

BENYA.- Antes no me querías escuchar y ahora vos me preguntás.

DACIA.- No, ¿por qué decís los rumanos son así? ¿Por qué? Porque sabés que los

rumanos tienen hijos en los caminos y los dejan. Los van dejando. ¿Eso decís?

BENYA.- No. Escandalosos… ruidosos, bah. Yo también quiero a los caminos. Ser

nómade. ¿No me convidás algo…? no digo un té… (Dacia pone una naranja sobre

el combinado.) Ser nómade… gracias, eso me gusta. Andar por los caminos…

(Benya abre la naranja en gajos.)

BENYA.- ¿Querés preguntarme algo? (Come naranja.) Primero me criaron unos

vecinos, unos buenos vecinos y después ya sí, me largué por los caminos,

itinerante. Trabajos, tuve trabajos… distintos. ¿Hijos?, hijos no. El que más me

gustó el último: un frigorífico. ¿Vos trabajás? (Come un cuarto y tira la cáscara.)

Probemos otro disco. (Se baja del combinado.)

DACIA.- ¿Por qué lo tirás?

BENYA.- Porque se terminó (Dacia lo mira.). Me lo tomé (el jugo). (Levanta el

pedazo de cáscara.) En el frigorífico lo mismo. Me robaba un pedazo de carne, lo

apretaba…

DACIA.- ¿Vos robás?… ¿Carne robás?

BENYA.- La carne la tiraba.

DACIA.- ¿A dónde la tirabas?

BENYA.- Lo que te quiero decir es que me tomaba el jugo. Y tiraba el pedazo de

carne… seca. Así me alimentaba. Por eso la tiré. Para mí lo importante es el jugo,

el resto es… la muerte.

DACIA.- ¿Todo lo seco te parece así?

BENYA.- Sí. Eso lo aprendí de las gallinas. Y de la buena vecina Delia, la que me

crió. Mataba la gallina por el cuello. La agarraba…

DACIA.- Cogote. Se dice cogote, porque no es persona, es animal ¿Me das uno?

BENYA.- Sí, perdoname… (Le da en la boca un gajito.)

DACIA.- Y por el cogote… ¿qué?

BENYA.- (Ah, sí). Le cortaba la cabeza. Después la agarraba de las patas, bocaabajo…

DACIA.- Pico, pico- abajo…

BENYA.- Pico-abajo (porque es animal)…

DACIA.- No, tampoco… porque ya no tiene cabeza, ¿me das otro?, sería otra vez

cogote. Cogote-abajo… ¿no? (Le da otro gajo en la boca. La mira. Tiempo.) ¿Y…

la gallina?

BENYA.- Y cuando no chorreaba más, del cogote, se la llevaba a la cocina. Y la

desplumaba. Quiere decir: que hasta que no perdía la última gota estaba viva….

Ahí moría. La cabeza quedaba en el suelo.

DACIA.- ¿Y cuando perdía la última gota se moría?

BENYA.- Sí. La gallina sí. No sé la cabeza. A vos qué te parece: ¿la cabeza se

muere al mismo tiempo? Yo no sé. (No estoy seguro). Me parece que no. Por eso la

juntaba y me la guardaba en el bolsillo.

DACIA.- Te gusta juntar porquerías.

BENYA.- No. (Se pone mal.) ¿No ves que vivo a mínimo? Música, nada más. La

guardaba porque podía estar viva. La carne seca, sin jugo… muerta. Eso tiraba.

¿Probamos otro?

DACIA.- Todo lo seco… te parece así… ¿muerto?…

BENYA.- Sí (como la gallinacuerpo). Miraba el pedazo seco y veía el cadáver.

DACIA.- ¿Acá también? (Le muestra la naranja que comieron. La abre.)

BENYA.- Esto es una naranja.

DACIA.- Por eso, ¿acá lo ves?

BENYA.- No. (Muerde la naranja.) Perdoname, no sé… me dieron ganas de… y

preferí morder la naranja. Además para que veas que no es un cadáver. Un cadáver

no mordería.

DACIA.- Ah, qué suerte… como robás y hablás así del jugo, como papá, pensé que

podría ser tu hija, y como yo quería que fuésemos hermanos y a vos te gusta

sentirme mamá… (Se levanta, junta los restos de la naranja y empuja el

combinado.) Dame un disco.

Benya le pasa un disco. Dacia se lo pone entre las piernas y trata de mirarse.

DACIA.- ¿Y acá lo ves?

BENYA.- ¿Qué?

DACIA.- El cadáver, ¿lo ves?

BENYA.- No veo nada.

Dacia se sube un poco el disco, él no ve. Quiere meterse. Dacia lo corre para que

mire solamente por el disco. Lo va subiendo un poco. Se ve parte de la sujeción.

Cae jugo sobre el disco.

BENYA.- ¿Qué tenés ahí? Dejame ver… (Intenta morderla.)

Dacia se saca el disco.

DACIA.- Y bueno: maduré. Para una mujer que tiene como madre a un padre, es

así. Muy normal. “Maduración tardía, Dacia”.

Benya guarda el disco, Dacia llora.

BENYA.- ¿Por qué las mujeres no dejan que se las mire? Delia, la buena vecina, lo

mismo, “Vos querés ver todo, espías todo”, “ojos en la nuca tenés”, “te los voy a

hundir” me decía. ¿Maduración tardía dijiste? No llorés, perdoname… Te mordí

para que veas que no sos un cadáver, un cadáver yo no…

DACIA.- No lloro porque me mordiste… no sé si lloro de alegría porque ya soy

jugosa, y se nota que Rumania es jugosa, lluviosa… (Llora.) o porque estoy mal,

porque me puedo quedar seca; o por vos: ¿Para qué me contaste lo de la gallina?

Vos, sos vos que me hacés ver cosas tristes. Siempre lo mismo… Sos vos.

Le tira los pedazos de naranja al pecho. Benya se va.

BENYA.- Por qué las mujeres no dejan que se las mire, me pregunto.

El Padre sale del cajón y acomoda las plantas en línea diagonal al aire caliente que

sale del cajón-invernadero.

DACIA.- Papá, ¿cómo es?: las mujeres no dejan que se las mire, o los hombres no

saben o no les interesa. (El Padre da vuelta la maceta de Dacia y sigue llevando

plantas.) A las mujeres, ¿hay que mirarlas a la cabeza, o no? ¿Y si no las miran

se secan? (Tiempo.) Y los ciervos ahogados, papá, no serían hijos, Muchos

Rumanos Hijos; ¿qué pasa, papá?: se caen o los tiran a los arroyos ríos. (Y ahí

quedan pataleando semiahogados.) Decime, ¿Rumania hace eso con los hijos?

PADRE.- ¿Qué decís? No son propias de vos esas preguntas. (Lleva una planta

hasta Dacia.) Hay que trabajar. (Hace un corte.) Chupá acá. (Sigue acomodando

plantas.)

PADRE.- Estoy contento, Dacia, la naturaleza forzada a producir es el único

remedio. Te dije que no iba a permitir que la humedad nos pudra todo, todos

nuestros años de trabajo. No. El aire caliente está mejorando las plantas. Sí, Dacia:

Observé las que llevé al cajón-criadero, y cambió el estado fenológico, tanto en las

plantas nucleares como en las seleccionadas.

DACIA.- No me gusta chupar esto, es amargo, áspero, tiene hilachas, agrio…

PADRE.- Ya sé, Dacia, ya sé, es cierto, con los naranjos agrios me equivoqué, no

tendría que haber usado una especie extranjera como planta nuclear. (Va hacia

Dacia.) A ver cómo está eso. (Mira el que chupó Dacia.) Un poco más. (Hace

varios cortes.) Primero alisa la superficie.

DACIA.- ¿Tantos cortes, papá?

PADRE.- Sí, injertaciones sucesivas de yemas potentes y yemas durmientes ¿No

ves que la humedad afecta más a las plantas jóvenes?… no hay otra manera de

envejecer los pies de naranjos agrios que con injertos sucesivos. Hay que sacarle

ese vigor juvenil, sin alterar su constitución genética. (Le pasa los cortes para que

los chupe, los mira.) .. Fidelidad varietal, productividad, sanidad. Eso, sanidad… sin

tristeza, sin virus. Un jugo… jalea, denso, sano, pesado, nutriente, maravilloso.

(Me entusiasmé). ¿Qué te parece?

DACIA.- Y a mí… que así… blanquito… papá…

PADRE.- Dacia, por favor. (Levanta la planta y se lleva.) Preparo las púas y vuelvo.

PEQUEÑO CANTO RUMANO

Escena 3 (LA FLORESCENCIA)

BENYA.- (Entra con el combinado de espaldas.) Yo nací y llovía. Perdoname.

(Escupe el suelo.). No quiero que te enojes, prefiero que te enamores de mí. Acá lo

tenés (Le da el pullover.) No te lo di antes porque estaba un poco mojado… lo

estuve secando.

DACIA.- Gracias. (Se pone el pullover.) ¿Y eso? (Benya tiene un disco colgando con

una soga del cuello.)

BENYA.- (Lo encontré). Para vos. ¿Lo probamos?

Ponen música. Se escucha un disco rumano de mujer rayado. Mucha quietud. Dacia

canta, sobre el disco rayado, la canción entera. Gran transformación en los dos.

Dacia se desplaza arrastrando la maceta, baila y canta. Siente cambios en su ojo

izquierdo.

Benya sobre el combinado, lo escupe como besándolo.

DACIA.- Me siento bien, no sé… floreciente, desgajada, nueva. Tiene olor dulce.

BENYA.- ¿Mi pullover?

DACIA.- El rumano. Mirame. ¿No sabés lo que me pasó? Te cuento, ¿querés? Vení,

abrazame, ahora podemos estar juntos, vení…

Dacia, arrastrando la maceta, con un pie adentro, va hacia Benya, estira el pullover

que tiene puesto y lo abraza. Asoman las cabezas de los dos por el cuello del

pullover.

DACIA.- Mirame. Si querés… chupame un poquito

BENYA.- (Casi a la vez.) No, no, yo te cuento. Yo. Estoy contento, estoy tan bien.

Soy otro. Otro hombre. Estoy tan contento. Mirame vos.

DACIA.- Otro, otro hombre, ¿vos también?, no quiero que me incrusten más.

Tomá. (Sale del pullover, queda Benya con el pullover puesto.) Mejor llevátelo.

Gracias.

BENYA.- ¿Por qué? Te quedaba lindo.

Los dos sentados sobre el combinado. Se acercan más. El la mira. Los dos muy

excitados. Ella le está por dar teta.

DACIA.- Te veo y veo un camino, el costadito. Llueve.

BENYA.- Nací y llovía. Te lo dije yo.

DACIA.- Te veo y veo un bebé prendido a mi teta. Ahora si querés… vení,

despacito, chupame, el juguito, con un bracito azul-morado, por el frío y la lluvia

seguro…

BENYA.- ¿A tu teta? No quiero chuparte, quiero escucharte, ¿qué más ves?…

¿fuego?

DACIA.- Un árbol, un tronco añoso y medio hueco, hay un ciervo muerto adentro,

con media cabeza afuera… parece que está por nacer. Del árbol.

BENYA.- Impresionante.

DACIA.- Dale, chupame un poquito, frotate acá… si me desnudo, ¿te gustó?

BENYA.- Sí, esperá, esperá, no quiero… Sabés cómo me decían: “Sos un Adonis”.

No por lo lindo sino porque nació de un árbol… Como yo. Cuando a mamá la tiraron

del auto, se metió en el hueco del árbol y ahí nací (en el árbol, lo único que había,

ahí me guardó) y ahora vos ves eso (Llora.) Sos extraordinaria… (Va a tomar teta

y se interrumpe.) Maduración tardía, ¿será eso? ¿Cuántos años tenés?

DACIA.- 35

BENYA.- Claro, años concentrando hormonas puede producir cambios genéticos,

alterar la visión. Es científico.

DACIA.- Científico… dejá de explicarte todo.

BENYA.- ¿Vos decís porque los pensamientos modernos… científicos, el

racionalismo científico fracasó?

DACIA.- Yo digo que me chupes. ¿Y?

BENYA.- Y que tenés razón. Otra vez tenés razón. A mí me parece lo mismo.

Fracasó. ¿Vos tenés algún movimiento-pensamiento preferido?

DACIA.- No sé, chupame mientras charlamos. No sé, el sonorismo realista rumano

o sensitivo realista, ¿me chupás?

BENYA.- Entonces, si no es la ciencia (por qué me ves así… chiquito… naciendo),

¿será el poder de la música?

DACIA.- O del jugo, o del pullover…

BENYA.- O el poder del ojo.

DACIA.- Sí me gusta: el poder del ojo.

BENYA.- Dame teta.

DACIA.- Te doy porque me lo pedís… Pero no puedo ser tu mamá… No puedo

todo junto, preferiría que me… Tampoco puedo ser tu hermana ni tu hija, sos muy

joven… sos un auto. Un auto… La puerta se cierra, el auto se va, llueve, un

portazo, chupame, chupame, ya. No: es la llama de un relámpago… No muerdas.

(Se miran con gran atención.) Cuidado.

Benya le acomoda el vestido. Dacia vuelve a la maceta. Benya se vuelve a colgar

el disco, lo besa y se va llorando. Dacia va a su lugar con la maceta, el ojo late.

Movimientos muy lentos.

El Padre vuelve con las mangas del pullover en tiras, y elementos de trabajo.

Levanta a Dacia en brazos de la maceta y la lleva atrás, a las plantas del fondo. Se

sientan sobre la tierra del árbol. Momento de trabajo. Hasta terminar los injertos.

PADRE.- Vamos, al trabajo. Vos removés la tierra, la aireás, yo cubro las heridas.

DACIA.- Papá, ¿por qué tantos pulloveres?

PADRE.- Dacia, ya sé. No me digas nada. Era un pullover nada más. No había otro

elemento mejor para recubrir, más seguro, no sé, me da confianza… (Ahora es

útil)… lo rompí…

DACIA.- No, papá, son muchos, ¿por qué tantos? Los tenés entre las piernas,

pegoteados.

Yo los veo. Te quedan lindos. Y la boca, papá, por qué te bailan los dientes. Me da

risa. Son graciosos.

PADRE.- Dacia, ¿qué decís? Sé coherente

DACIA.- Y ahora uno se te cae.

PADRE.- Sé coherente, Dacia… no acompañás, arruinás.

DACIA.- Eso veo.

PADRE.- Ese impulso familiar de arruinar y no entender, entendé Dacia: hay que

trabajar. Vamos. Remové.

DACIA.- Yo quiero ser coherente, pero no tengo una visión. Una sola visión. Una

visión simultánea. Veo como cuadros, discontinuo, sin sincronización… Veo algo, y

eso se me distorsiona enseguida, y es otra cosa. Como una repetición. Eso puede

ser coherente. Me esfuerzo por racionalizar. ¿Te cuento lo que veo?

PADRE.- (Se acerca.) Tapate ese ojo, el izquierdo. (Inserta una púa y la ata.)

¿Desde cuándo te pasa?

DACIA.- Recién un amigo… rumano, un hermano podría ser, me trajo unos discos,

me prestó un pullover y ahí cuando escuchamos… un disco viejo-rayado, se me

desajustó el ojo izquierdo. ¿Porque es el ojo izquierdo, no? El pullover se lo devolví

enseguida. No te preocupes. ¿Será tanto jugo?

PADRE.- Tapátelo de una vez.

Dacia arranca una naranja de la planta y se tapa el ojo.

DACIA.- Me asustás. ¿Qué tengo? Decime por qué te preocupás tanto.

(Silencio.)

DACIA.- Me la puedo correr un poquito, pica, me arde… me parece que agarré una

especie muy concentrada… (Tiempo.) Esto te va a gustar: ¿sabés lo que vi (cuando

escuché esa música)?: Me vi como una flor, chiquita, de naranja, que se abría. El

instante exacto en que se producía “la florescencia”, pero detenido… Me emocionó.

Padre abre y le restriega con furia la naranja en el ojo.

DACIA.- ¿No te gustó? (Tiempo.) ¿Qué tengo?… Yo traté de explicártelo: “la

florescencia”…

Padre se levanta y abre las hileras de plantas sobre las que trabajan.

DACIA.- Lástima… pensé que te iba a gustar. ¿No es natural?

El Padre lleva a Dacia otra vez a la maceta, vuelve a mirarle el ojo, vacía media

naranja, la llena con tierra y se la aprieta al ojo de Dacia.

PADRE.- Son unos puntos verdes… unos puntitos verdes. Nada más. Seguro que se

te va a pasar… Una pigmentación… transitoria. La tierra cura. A algunas

variedades de naranjas les pasa lo mismo; las sanguíneas por ejemplo, o la Moro, o

la Tarocco. Una de mis preferidas, además. Varían el color, los pigmentos que

sintetizan, según las condiciones en que se cultiven.

DACIA.- Puede ser un problema climático, tanta lluvia, humedad, no sé, pienso…

Yo también traté de explicártelo, “la florescencia”, de una forma… natural… no te

vayas ¿qué tengo?…

PADRE.- Iris es nombre de flor…

DACIA.- ¿No querés eso, lo natural? ¿Qué querés, papá?

PADRE.- Sos otra. (Se va al cajón-invernadero.)

DACIA.- No veo nada, veo todo oscuro. El otro ojo sigue tranquilo, ve coherente,

como vos querés… Está tapado, el incoherente, el virado, pigmentado digo, no hay

más problemas. Volvamos al auto, volvamos a mamá. No veo nada, pero

paseemos.

PEQUEÑO CANTO RUMANO

Dacia con un parche de cáscaras de naranja en el ojo.

BENYA.- (Entra con el combinado de espaldas.) Yo nací y llovía. Perdoname (Escupe

el suelo.).Vengo para que sigamos. Para que me mires con “el poder de tus ojos”.

Mirame. (Se da vuelta.) ¿Por qué tenés ese parche? Es horrible.

DACIA.- Te adaptás. Papá no quiere que mire con este ojo. La tierra cura.

BENYA.- Sacate esa cáscara, a ver si perdés “el poder”, si te cambia la visión.

DACIA.- No es cáscara, es naranja y “no es la visión. Es el ojo, Dacia”. Palabras

de papá. Y: “Tener un ojo nuevo es el único descubrimiento verdadero”. Palabras

de…. palabras.

BENYA.- Sos otra.

DACIA.- No, no soy otra. Soy misma. Misma yo. Misma ropa, misma maceta,

misma cara, mismo disco.

Dacia le saca el disco que Benya trae colgando en el cuello y lo parte contra el

combinado.

BENYA.- ¿Qué te pasa? ¿Por qué lo rompés?

DACIA.- Estaba roto.

BENYA.- No estaba roto, estaba rayado. Lo rompiste vos. Y yo te vi. Rompés todo.

Sos vos. De chica, de grande…

DACIA.- Qué importa si lo rompí o si se rompió. Para mí está roto. Su voz no me

dice nada, papá no me dice nada. Me siento como si flotara dolorosamente, sin

existencia. Sin aproximación, sin recuerdo, sin imagen amorosa… que

desolación….

BENYA.- ¿Tu papá habla así?

DACIA.- A veces en los paseos… Papá no, papá es más técnico. Por ahí me a

pareció algo de mamá.

BENYA.- De alguna manera los padres siempre aparecen.

DACIA.- No, no aparecen. ¿Por qué decís que aparecen? Si sabés que no. A mí me

dejó a horas, 45 minutos de nacida. Ni siquiera sé si estuvo para mi segundo

nacimiento. Y con vos un poco más, cuánto estuvo: ¿dos años?, ¿no?

BENYA.- Y apareció.

DACIA.- ¿Apareció? ¿Querés decir que volvió?

BENYA.- No exactamente… Yo la encontré.

DACIA.- ¿Por qué no me contaste? ¿Cómo? ¿Dónde?

BENYA.- La encontré a la salida del frigorífico, en un bar, borracha. Entro al bar y

la veo, la escucho: esa voz ronca y el rumano acá… el olor. Tomamos cañas, dos.

Unos vasitos de vidrio acanalados… Le espanto una mosca…

DACIA.- ¿Bailamos? (Se sube al combinado. Hace chasquidos.)

Los dos sentados sobre el combinado

BENYA.- (Sorprendido.) Sí, primero bailamos. Después nos subimos a un taxi. Le

doy la dirección de mi barrio donde me criaron esos buenos vecinos, por los

suburbios. Cuando llegamos, le saco la cartera y con la correa, lo enganchó al

taxista y le tiro la cabeza para atrás, con violencia. Me sorprendí. Pude haberlo

estrangulado.

DACIA.- ¿Y qué pasó? Me gustan los hombres que se sorprenden de su violencia.

BENYA.- El taxista se asustó, bajó del auto y salió corriendo. ¿Entonces, como

hombre yo te gusto?

DACIA.- No seas tonto. Hablo de esa violencia que salta, lo irracional que se

expande, el reverso, como dar vuelta una naranja exprimida y de pronto es blanca

y uno no lo sabía… algo así. Qué curioso, con ella, ¿no? ¿Y qué pasó?

BENYA.- Estamos los dos solos, en el taxi. Miro por la ventanilla y veo mi casa; o

mi ex-casa. Un pedazo de terreno. Seco.

DACIA.- ¿Un cadáver?

BENYA.- No, un terreno. Ni siquiera basura tiran los vecinos. Vacío. Y los troncos

semi-quemados de los dos naranjos. Y, aunque no lo creas… Años que no lo veía

¿eh?, todavía estaba el cartelito-verde-letra manuscrita…

DACIA.- ¿Y ella, tu mamá digo, lo mira el cartelito?

BENYA.- (Se tira sobre ella.) No sé. (Llora más.) Eso nunca lo pude saber. Se me

tira encima, se ríe.

DACIA.- ¿Cómo se ríe? ¿Se ríe como si le doliera o como si viera algo que no

tendría que ver? ¿Cómo se ríe? Como yo. Mostrame.

Los dos se ríen.

DACIA.- Yo no sé si me río porque me duele o porque espío algo…

BENYA.- Obsceno, decilo. (Entre risas crecientes.)

Dacia, se le tira encima, se ríe, le baja los pantalones: siguen peleando.

DACIA.- Dejame que te espíe. Dejame espiarte.

Benya se baja del combinado apurado, no se llega a prender el pantalón, arrastra el

combinado con Dacia encima.

BENYA.- Bajate. ¿No ves que me voy?

DACIA.- No. (Tiempo.) Estoy bien acá. No me bajo.

BENYA.- Me gustan los autos.

DACIA.- ¿Qué?

BENYA.- “No, estoy bien acá. No me bajo. Me gustan los autos” lo mismo que me

dijo ella. Y saca la lengua, así, perpendicular al parabrisas.

DACIA.- ¿Y no será que no se bajó porque vio el cartelito?

BENYA.- (Llora.) No lo sé, otra vez lo mismo. (Llora.) Eso no lo sé. Porque no me

deja mirarla a los ojos. Besarla, sí, en la boca, la cara. Eso sí, se deja. Pero que le

vea los ojos, no. “Nadie sospecha la pesadilla de mi vida, ojalá me hubiese dejado

arrancar los ojos”, dice. Arranco el auto.

DACIA.- Arrancarse los ojos y arrancar el auto, ¿te das cuenta?

BENYA.- Una simple coincidencia… una misma palabra que remite a dos acciones

diferentes.

DACIA.- Ella, mujer, te habla de arrancarse los ojos y vos, varón arrancás el auto.

No es una coincidencia, es típico. Papá le arrancó el pullover a mamá.

BENYA.- Yo arranco el auto y ella no me habla más. Enmudece.

DACIA.- Eso también es típico de madre.

BENYA.- Vuelvo a estacionar. Y ahí, habla de nuevo. “Besame”, me dice, “como si

no estuviera hecha una ruina, como si no te importara mi decrepitud, mejor, como

si no existiera”. Yo trato de calentarme con ella. Me froto contra su cuerpo. Se

desnuda despacio, se saca primero los pantalones, muy anchos abajo y después

una blusa roja. Vestida seguía teniendo buenas formas, pero desnuda tenía el

pecho flácido y la piel colgando de los brazos. La beso. “Ahora”, me dice. La toco

toda desde los pies hacia arriba y cuando pienso que puedo penetrarla… Arranco el

auto, abro la puerta y la tiro al camino. No creo que haya sobrevivido. Fue un

encuentro a destiempo.

DACIA.- La buscaste para matarla.

BENYA.- (Cae agotado.) Puede ser. O para andar en auto. No sé. Sigo manejando

y a los pocos metros, la rueda del auto se traba. Me bajo y encuentro la cabeza.

¿Entendés? La cabeza sola, separada de un animal muerto.

DACIA.-: Ya sé: te la guardaste.

BENYA.-: No, por el tamaño. Un tamaño medio.

DACIA.-: ¿Medio cómo qué? ¿Cómo un auto medio?

BENYA.-: No. Como un (vinado) venado. No me impresionó. Tiene los ojos

tranquilos. No parece muerta. Creo que no, que la busqué porque la amaba, pero

cuando la encontré, no sé, como si la desconociera, como si no fuera la misma.

Igual gozamos. Es hasta natural. Estuvo bien, digo. Siento que fue un buen paseo.

Lo malo es que tuve que dejar el trabajo del frigorífico.

DACIA.- Por lo menos estuviste cerca de tu mamá. Tenés un recuerdo. Yo lo único

que sé es que mi madre tenía un ojo marrón y otro virado al verde.

Benya hace unos pasos de baile rumano.

BENYA.- Rumania también es una sobrevivencia al límite del escándalo, una

arborescencia pampa que crece deformada, exagerada, extrañada, extranjera. Un

dolor que hace abrir la tierra. La música nos hermana. Estoy hablando como vos, o

como tu mamá, o como vos decís que habla tu mamá. ¿Te diste cuenta?

DACIA.- No me parece.

BENYA.- Sobrevivencia al límite del escándalo, ¿no te gusta?

Benya recoge los pedazos del disco partido, se lo cuelga. Se va.

Escena 4 (LA HELADURA)

Sale el Padre con naranjas en la mano.

DACIA.- ¿Sobrevivencia al límite del escándalo, a vos te gusta, papá?

El Padre le muestra las naranjas.

DACIA.-: Dame un poco de jugo.

El Padre abre las naranjas contra la cara. Se las restriega.

PADRE.- Secas, heladas, muertas, bah. Tristeza de los cítricos, así se llama. Las

plantas no producen más. No hay más. Los injertos nuevos se secaron, los brotes

no prenden. Otra vez lo mismo: una catástrofe (Otro golpe con naranja.) No sé si

son las plantas las que enferman la tierra o si la tierra ya no nos ayuda, o si la

lluvia pudre las raíces, o si es mi culpa por usar especies extranjeras… no sé…

Antes el fuego… ¿Y ahora,

(Padre se restriega naranja por la cara.) ¿Por qué? ¿Por qué?…

DACIA.- ¿Qué pasa papá?

PADRE.- Se quemó todo. No sabés lo que era eso. Las plantas crujiendo. No quedó

nada. Todos mis años de trabajo. Y ahora lo mismo. No puedo hacer nada. Ni con el

calor, ni con injertos sucesivos, ni filtraciones, ni recubrimientos. Sabés que

intenté. Pero no hay caso. La tierra, el pullover, todo me falla, nos falla. (Se sienta

en maceta grande, la mira.) La tristeza arruinó todas las plantas. Se perdió el

futuro. (Golpe.) Otra vez.

Dacia en cuclillas sobre su maceta, el Padre al lado, sentado dentro de una maceta

grande, los pies afuera.

DACIA.- Nunca te vi así. Mudémonos, intentemos de nuevo… Una vez más. Ya nos

mudamos… no sé… 12 veces ¿no?

PADRE.- ¿O sos vos? ¿O es tu ojo?

DACIA.- ¿Yo? ¿Mi ojo?… ¿qué…?

PADRE.- Ojo virado Dacia. Estoy viejo. Esos puntos verdes… Yo sabía…

DACIA.- ¿Qué decís papá?

PADRE.- Cuando volvemos al auto, horas de nacida, tu mamá está igualita:

semidesmayada en el asiento trasero. Igualita. Pero la puerta no está asegurada. Y

eso Dacia, es raro. Llamativo. Yo mismo la aseguré. ¿Se bajó? ¿Qué hizo? Y justo el

incendio. No puede ser una casualidad. Y ahora lo mismo. Otra vez… todo seco.

DACIA.- Pero ahora mamá no está.

PADRE.- Sí está Dacia, vos no sabés lo que pasó. Un viento impresionante… abre

la puerta de atrás…. se escuchan… gemidos de ciervos y truenos…y tu mamá

queda colgando, con la cabeza afuera. El viento cierra la puerta de un golpe. Y le

da en el cuello. Se abre y se cierra muchas veces, y en cada golpe se le hunde más

y más la chapa en el cuello. El cuello morado, la cabeza casi separada del cuerpo.

Yo no la puedo agarrar, te tengo en brazos, le muerdo el vestido (beige, de jersey)

con la boca y se me aflojan los dientes. Las encías me sangran (un enchastre).

DACIA.- (Superpuesto.) ¿Los dientes, papá? Yo lo vi.

PADRE.- Un relámpago nos ilumina, como una llama. Arranco el auto, y ahí: veo

los ojos, nada más que los ojos caer del auto. Como si me gritaran: “Volveré,

volveré… y seré más”…

DACIA.- ¿Eso te decían?

PADRE.- Sí, algo así. Así es como viví, vivimos. Huyendo, de ese ojo. Y ahora… ese

ojo… otra vez… todo seco… Tengo ganas de llorar ¿sabés?….

DACIA.- No papá. Mirame. Yo no hice nada. Yo… quiero no irme nunca. No

importa que esté todo seco. No importa la peste. Vamos a estar juntos siempre.

Mirame papá: Yo te voy a guiar, te voy a llevar al sudoeste, que es más seguro.

Dacia se incorpora y con un pie fuera de la maceta, arrastra la maceta con el

Padre dentro hasta el árbo.l

DACIA.- No pasa nada papá estamos juntos. Paseemos papá, paseemos. Papá: ¿Si

no fuera por vos, yo qué sería… huérfana, expósita, nonata, qué?

Padre se levanta y alza en brazos a Dacia y la apoya con dificultad en el árbol.

Dacia lo sostiene atándolo al árbol con las tiras del pullover.

PADRE.- Todos mis años de trabajo perdidos. Estoy viejo, estoy cansado. Encima

vos llorás y llorás.

DACIA.- Dame teta papá.

PADRE.- Ahí pienso en las naranjas. Abro el baúl y ahí están… La última cosecha.

Unión de tierras diferentes. Las naranjas me anuncian, nos anuncian el futuro.

Antes creía en eso. Podía confiar. ¿Pero ahora? ¿Cuál es el futuro ahora?.. No hay

más naranjas: ¿No hay más padre?

Padre se desata y baja del árbol. Amontona plantas de naranja alrededor de Dacia,

que está de espaldas, prendida al tronco.

El Padre se va al cajón-invernadero. Dacia en el árbol. Círculo de plantas

alrededor.

PEQUEÑO CANTO RUMANO.

BENYA.- (Trae el disco roto colgando del cuello.) Yo nací y llovía. Perdoname.

(Escupe el suelo. Llora.)

DACIA.- ¿Por qué las naranjas no tienen futuro o el futuro se pierde con la tristeza

de las naranjas? ¿Un ojo da tristeza a una naranja? ¿Si no hay más naranjas, no

hay más padre?

¿Cómo es…? Mejor no me contestes nada. Yo te conozco. Todo lo que me digas

me va a poner mal, peor…, sos vos, vos…

BENYA.- ¿Y vos? (Llora, le muestra el disco.) Rompiste a mi mamá.

DACIA.- ¿A mi mamá? ¿Mi mamá, dijiste? Rompí un disco… ¿qué decís?

BENYA.- ¿No entendés?… Este disco… tu voz… Sentí a mi mamá viva, cariñosa…

DACIA.- ¿Iris?.. (¿Tu mamá?)

BENYA.- Iris. Ya está. No importa, te lo tenía que decir. Está muerta y no me

impresiona (como la cabeza). Estuvo cerca… ya está… murió, nunca signifiqué

nada para ella. Lo acepto. (Llora, besa el disco.)

DACIA.- Iris no es mi mamá.

BENYA.- ¿Por qué lo rompiste?…

DACIA.- Iris es el nombre artístico. Se llamaba María Banus, Sofía María Banus.

BENYA.- Es lo mismo.

DACIA.- ¿Cómo? Me querés confundir. Vos querés decir que… la borracha. Quiero

bajar. Ayudame. ¿Quién es mi mamá?

Lleva el combinado hasta el árbol.

DACIA.- La que canta rumano oblicuo, (y todos aplauden); la que empujaron,

(ya ni sé cuántas veces, pobrecita) por la puerta de atrás del auto; la que parece

cierva por los vellos. A lo mejor es la cabeza que encontraste. O por lo que vos

decís: una borracha que va en taxi, que puede incendiar todo. Y eso no lo decís

vos solamente. Papá piensa lo mismo. Al final es un peligro.

Dacia baja y se sienta sobre el combinado.

DACIA.- Lo tenemos que romper.

BENYA.- Otra vez.

DACIA.- No, el disco no; el ojo. Me lo tengo que sacar.

BENYA.- ¿Qué decís? No estoy de acuerdo, cómo te vas a sacar un ojo. Es tu ojo

no es un disco.

DACIA.- No, no es mío. “Ojo virado, Dacia”. “Yo volveré”. “Voy a volver”, dijo. Es

mamá. Es el ojo de mamá. (Pausa.) Lo arrancamos con el disco: “Transponiendo

Cielos”. Yo sé. Papá ya lo hizo. Dame.

BENYA.- ¿El disco?, no. Es mamá. (Lo besa-escupe.)

DACIA.- No entendés. El disco es Iris, la cantante. El ojo es María Banus.

BENYA Y DACIA.- Sofía María Banus…

DACIA.- …la verdadera. ¿Te das cuenta?: (Se miran.) Es mamá,

BENYA Y DACIA.- Es el ojo de mamá.

DACIA.- Es muy peligroso. Ayudame. Vamos a arrancarlo juntos.

BENYA.- No, no me parece. Es un ojo, no es un disco. No…

BENYA.- Por qué no sabés lo que hizo, este ojo solito ¿eh?, terminó de arruinar

todo. Los injertos, los brotes, secó todo. Traé la tierra acá. Mirá cómo estamos

todos, todos mal. Traé la tierra acá. Vos estás mal, papá está mal. Pensá en el

combinado. Traé la tierra acá. ¿Y si lo miro un rato y se incendia?… pensá: las

maderas crujiendo… (Lo mira.)

BENYA.- (Apoya la maceta, se sienta.) Está bien.

Le pasa el disco. Se miran. Tiempo. Pequeña arenga.

DACIA.- No queremos este ojo de mamá.

BENYA.- No.

DACIA.- Mamá que no supo retenerme; y me lanzó… así, con despreocupación, a

la cavidad de un auto.

BENYA.- Y que me dejó nada más que un cartelito, verde, manuscrito…

DACIA.- No queremos este ojo de mamá.

BENYA.- No.

DACIA.- Mamá que no me dio teta.

BENYA.- Y que no fue capaz de aclararme siquiera si lo vio o no. Y me dejó en los

caminos, con esta duda para siempre. No.

Dacia mete la cabeza en la maceta.

BENYA.- Esperá. (Se saca el pullover. Lo escupe.)

DACIA.- Gracias. ¿Por qué me lo das?

BENYA.- Porque como hombre siento que tengo que hacer algo. (La ayuda a

ponérselo.)

DACIA.- Mejor no me mires ahora. (Se saca la naranja-parche.) Tenela.

Dacia pone la cabeza dentro de la maceta. Benya vacía la media naranja-parche y

la da vuelta. La naranja se ve blanca.

DACIA.- No lo puedo agarrar, se me escapa… “Dacia dos incisiones, forma de T,

pero dada vuelta, invertida” ¿entendés? (Pausa.) Una rayita abajo, un puntito

arriba. Ya está.

BENYA.- ¿Y ahora?

DACIA.-“Unir las dos, Dacia, con un corte longitudinal de”… ¿cuántos centímetros

te parece? ¿Cuatro?, (Más no tiene.) (Tiempo.) Ahora todo se cubre, “Dacia la

capa de piel y carne recién arrancada…” (Tiempo.) No hay más peligro. Acá lo

tengo. Ay vení, me da miedo.

BENYA.- Lo enterramos. De eso me encargo yo. Ya te dije. Soy el hombre.

Dacia vuelve a ponerse el parche, pero dado vuelta. Le chorrea líquido blanco por la

cara.

DACIA.- ¿Y con el disco qué hacemos?

BENYA.- Lo enterramos también. Juntos.

Post-escena (LA NUTRICIÓN O CUAJADO DE FRUTO: LA TETA)

El mismo lugar. Sin lluvia. El Padre sale del Cajón-confesionario-invernadero con la

parte del pullover que queda, especie de chaleco.

PADRE.- Estoy aliviado, nuevo. No sé por qué esperé tanto, el corazón me pesaba,

35 años. ¿Por qué? Te veo mejor, en realidad veo todo más claro. A propósito

¿quién este joven que veo acá?

DACIA.- Benya.

PADRE.- Benya, ¿qué?

BENYA.- Benya solo. No tengo apellido, es decir no tengo padre.

DACIA.- No tiene trabajo.

BENYA.- Nunca fui más que eso, Benya…

DACIA.- No tiene casa, ¿nómade? “Vive a mínimo” él dice así.

BENYA.- Pero me gusta. Estoy conforme.

Padre busca la maceta de Dacia. Entra al cajón-invernadero. Benya y Dacia

terminan de enterrar la maceta en el combinado. El Padre trae otra maceta, la

prepara con tierra y vuelve a plantar a Dacia.

DACIA.- Yo pensé, no sé cómo lo vas a tomar, le gustan los jugos… A lo mejor

podría quedarse… ayudarnos. Quiero decir me gustaría que se quede. No sé si voy

muy lejos, muy rápido…

PADRE.- No. Está bien, (me parece) perfecto.

DACIA.- Papá ¿(estás) seguro? Así nomás, no te importa. Mirame.

PADRE.- Preciosa, estás preciosa. Dejó de llover, ¿escucharon? Todo vuelve a estar

bien. La naturaleza no nos deja. Es cuestión de tiempo y de trabajo. Después de

esta lluvia, de esta tormenta es bueno, eso un vástago. Manos masculinas. Eso nos

hacía falta.

DACIA.- No pensé que lo ibas a tomar tan bien.

Se acerca exageradamente a Benya.

PADRE.- Benya, Benya era ¿no? La naturaleza no nos puede dejar. Exageré. Benya

¿no?, ¿estás dispuesto? Las plantas al calor.

BENYA.- Sí, dispuesto.

Nuevo trabajo. Llevan plantas al cajón.

PADRE.- La tristeza nos arruinó todo.

Benya lleva las plantas contra el cajón. El Padre las entra. Dacia acota sobre el

trabajo.

PADRE.- Mata al floema, es muy grave, las plantas decaen, tienen clorosis,

deformaciones hasta que se secan y se mueren. Puede ser rápido (en un plazo

corto) o progresivo (años). Pero es irreversible, salvo que se limpie todo dejo de

tristeza en profundidad.

BENYA.- ¿Y eso lo haríamos acá… digo ustedes producen acá?

PADRE.- Sí, acá. Forzar la naturaleza a producir. Ese es el único remedio. Antes

teníamos plantaciones pero (digamos) se quemaron. Una historia muy larga,

coincidió con la devastación europea post-guerra…

DACIA.- (Tratando de interrumpir.) Sí. Yo fui el fruto. Soy ¿no? No notás nada

papá, nada. ¿Nada nuevo? Mirame.

(La mira de cerca.)

PADRE.- ¿No estás contenta?, estás rara ¿Qué hacés con ese pullover?

BENYA.- Perdóneme. Se lo di yo.

PADRE.- Un pullover de hombre. Y lo dejaste… así… desnudo.

DACIA.- Está desnudo.

BENYA.- (Perdóneme). No estoy desnudo, tengo… pantalones.

DACIA.- Tiene pantalones.

PADRE.- No hay peor desnudez que un hombre sin pullover.

BENYA.- Yo vi otras. (Superpuesto.)

El Padre se saca el pullover-chaleco.

PADRE.- Tomá.

DACIA.- A él se lo das, así… sin problema. No te entiendo.

PADRE.- Sos grande, 35 años. No hay caso, sos caprichosa. ¿O querés que te lo

saque a vos y te deje desnuda?

DACIA.- No, tampoco digo eso.

El Padre se va, llega hasta el sillón, se detiene.

PADRE.- ¿Qué pasó con el sillón?

DACIA.- Benya. No sabe sentarse.

PADRE.- (Se acerca. Tiempo.) Sacátelo, si eso es lo que querés. Sacátelo. Soy

capaz de rever mis propuestas. Benya, Benya era, ¿no? Devolveme ese pullover.Y

vos, Dacia devolvele el pullover a él.

DACIA.- Papá, ¿Y yo? Otra vez me quedo sin pullover, sin nada.

PADRE.- Dacia, ¿qué pasa? (Estás rara). ¿Querés destaparte el ojo? ¿Es eso? No

hay problema. No me preocupa más…

DACIA.- No. (Se saca el pullover.)

Se intercambian los pulloveres. Dacia queda desnuda.

PADRE.- Así es mejor. Pensemos.

DACIA.- No será que estamos pensando mucho… eso nos puede hacer mal.

PADRE.- Sh sh, taroca, sh. Las plantas están en tratamiento. Va a llevar tiempo.

Mientras tanto necesitamos alimentarnos… Dacia…

DACIA.- ¿Mi teta?… ¿Mi savia? No quiero. Yo la madre de los dos a la vez, o

ustedes… no.

PADRE.- Otra vez no, siempre no. Vengan. (El Padre los invita a su pecho.)

Prueban en el pecho del Padre.

BENYA.- Está seco.

PADRE.- Bueno Benya vos.

Prueban en el pecho de Benya.

BENYA.- Hay una diosa griega que se muere al parir y sigue amamantando al hijo

después de muerta.

PADRE.- La difunta correa también. Está seco también.

DACIA.- Me impresiona.

BENYA.- (Y también) Heras, no se muere, se duerme, y le da teta dormida. Y

encima con la leche de su pecho forma la Vía Láctea. (Hace forma de

“Transponiendo Cielo” con la mano.)

DACIA.- Eso es lindo.

PADRE.- Y está también la loba romana.

BENYA.- Y Rumania

DACIA.- ¿Rumania?

BENYA.- Una cierva-vieja pariendo y amamantando venaditos mojados…

Se prenden a la teta de Dacia.

Tiempo.

PADRE.- Está seca.

Padre levanta el vestido de Dacia. Desarma la sujeción hecha.

DACIA.- Papá no estamos solos. Papá…

PADRE.- Sh Taroca tardía sh. (Comprueba que la naranja usada en la sujeción está

seca). Catástrofe. La plaga nos inundó. Dame el pullover. (Le ponen los pulloveres

entre las piernas a Dacia, se los atan tratando de darle calor.)

DACIA.- (Mirando el combinado.) Llevate eso. Llevátelo. “Volveré” dijo. Está ahí. Lo

enterramos ahí.

PADRE.- Todos mis años de trabajo perdidos. Otra vez… Sin futuro. Benya, llevala

al calor. Fracasé. (El Padre se va.)

Benya arrastra la maceta de Dacia, hacia atrás. Dacia queda con el resto de las

plantas secas.

Benya trata de subir al cajón con el combinado. No puede. Baja, lo abre, besaescupe

y se va solo. Del combinado cae tierra.